martes, 13 de marzo de 2012

Luz de Paz



            Igual que en La voz dormida, de Benito Zambrano, película en la cual interpreta el papel de Isabel Puig, también en la voz despierta de trabajos artísticos diferentes, realizados para la televisión (Física o Química, Arrayán, Acusados, Aída, La Tira, Historias de un hotel, Rocío Casi Madre, El Síndrome de Ulises, Cuenta atrás); el teatro (150 Aniversario del Teatro de la Zarzuela, 60 obras de 60 escritores andaluces, Crímenes ejemplares, de Max Aub; Quimera y Posada, ambas de Lorca; Picasso vuelve, de Els Comediants; y el medio publicitario (anuncios y participación en promociones diversas), es posible apreciar sin margen de error que la actriz onubense Luz de Paz está llamada a ser figura importante (“el arte es un oficio, es la forma en que se ejerce un oficio”. Jean Renoir), dentro del campo que pisa, siente, y le corresponde por vocación (es licenciada en Arte Dramático),  a poco que avisten la energía y calidez de su estrella. Cuestión de tiempo. O de la sagacidad de quien deposite en Luz la plena de su confianza
            La obra cinematográfica, según se reconoce es la “combinación de tres elementos: el literario; el visual y sonoro, y el humano, es decir, los actores. Cuando uno ha acertado en estos últimos ha recorrido la mitad del camino”, (Fernando Trueba). Al hilo, y del mismo modo que tampoco debiera olvidarse la complejidad del firmamento de referencia, consideramos, sin embargo, muy razonable que, entre los valores generales que acrediten al intérprete, la intuición y la facilidad  de improvisar y de cambiar repentinamente de registros, al no ser, por fortuna, cerrado ni equívoco el espacio de la cultura, (con reglas y orientaciones, además, siempre por decidir), sean considerados entre los principales a la hora de emprender ese diálogo polifónico que el mundo actual solicita y sobre  el que, de continuo, invita a construir. En tal sentido, estamos convencidos que para cualquier director de cine o teatro, Luz de Paz pueda representar ese paso adelante, la aludida otra mitad de la trayectoria, la perfección que, en arte, según Juan Ramón, es “la espontaneidad de lo cultivado”. Ella, a diario, nos lo demuestra. Con luz propia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario