martes, 28 de mayo de 2013

Ángeles Cruzado Rodríguez



             Cuentan los hechos (cantan, mejor), que su compromiso con el flamenco le llegó inicialmente por herencia familiar (su padre presidió durante años la Peña de Trigueros). Después, todo lo mucho que sabe y es capaz de transmitir sobre el arte de referencia es cosecha particular, fruto del esfuerzo, del rigor, del estudio también “por derecho” que exige la materia tratada, cuyo corpus compone, en verdad, un universo igualmente en expansión y colmado de energía vibrante, sonora, honda, emotiva y resuelta por las coordenadas del espacio- tiempo, en las que fue dejando esa estela de nombres importantes (cantaoras y bailaoras, en el caso que nos ocupa), a los que Ángeles Cruzado Rodríguez (licenciada en periodismo y doctora por la Universidad de Sevilla), aprendió a escuchar y, por derivación, a valorar en la medida justa que la propia historia debiera hacerlo y para dar a cada cual el lugar que le corresponde. No ocurre de tal suerte (las mujeres, en casi todas las disciplinas y ámbitos de la vida tuvieron que enfrentarse a más obstáculos que los hombres para alcanzar sus metas), de ahí que la aportación de nuestra protagonista resulte necesaria. Avalan a Ángeles Cruzado criterios de peso, dada su experiencia como miembro del grupo sobre estudios de género “Escritoras y escrituras”, perteneciente al Plan Andaluz de Investigación, desde el año 2002. Y, conforme con el título escogido (“Flamencas por derecho”), se ve asimismo respaldada por un nutrido elenco de figuras que, incorporado a su blog, garantiza la firmeza del proyecto. De momento, Rosalía de Triana, Belén Maya, La Cañeta de Málaga, Merced La Serneta, Carmen Amaya, Argentina, María Borrico, Aurora Vargas, María La Perrata, Mayte Martín, La Paquera de Jerez, Bernarda de Utrera, Tía Anica La Piriñaca, Sara Baras, La Repompa, Tía María La Habichuela, Matilde Coral, La Perla, La Negra, Juana La Macarrona, María La Burra y Tomasa La Macanica, entre otras, proponen sus respectivas interpretaciones en una primera relación. Aunque, como cabe suponer, muy pronto la vía seleccionada tendrá que ampliar su trazado. Lo normal en el firmamento que se ofrece, ahora y siempre a medio descubrir. Porque no hay noche en él sin una nueva estrella.     

martes, 21 de mayo de 2013

Hasta el 40 de mayo...



No te quites el sayo. Y el refrán se viene cumpliendo. A la vista y demás sentidos está este arreón ¿final? del frío, que ha helado el ambiente por encima  de lo permisible y cuando, en el tramo actual de la primavera, el Rocío era, aquí, la única humedad esperada; deseo por otra parte generalizado, sobre la idea del hombre como peregrino (rociero o no), el cual, tras el de ida, hoy hace el camino de vuelta según la tradición y conforme a la creencia de su origen celestial, lo que da al ser humano “un carácter de extranjería en la morada terrestre, a la vez que una transitoriedad a todos sus pasos por la misma”. Nada, pues, en el peregrinaje de la vida queda sin la correspondiente explicación simbólica, incluida la reclamada por el mes que transcurre, acaso no demasiado lejano de sus parámetros habituales, la lluvia inclusive justificando su presencia: “Chaparrones de mayo/ lavan los pinos;/ se asientan las arenas/ de los caminos”.  
Lo anterior, con respecto a cada persona, si bien los pueblos, que igualmente  tienen cuerpo, alma, sueños, y señas de identidad, requieren, sin duda, de los abrigos materiales y espirituales precisos, muy particularmente ahora, momentos de absoluta precariedad, de continuados intentos por levantarse para reemprender la marcha, muchos de ellos con la marca, la “mirada empañada del insomnio” y el dolor por heridas que nunca merecieron. Y es que, con todo lo bueno que – se supone-, aún hay por conocer y probar, el mal, querámoslo o no, también existe en el laberinto del vivir. A nivel del suelo, aunque con mayor visibilidad en el del cielo. Del poder, debe entenderse. Potestad, fuerza, dominio, e imposiciones de manos de muy pocos sobre los bolsillos (no cabezas) de muchos. Cetros o cayados frente a los cuales, con frecuencia, resulta imposible permanecer callados. Como ahora, en razón de los tiempos que corren, y comprobado que la realidad administrativa y su expresión simbólica no guían precisamente hacia caminos solares, diurnos, lógicos, sino a atajos estrechos, recortados, tremendos, abiertos solo a sufrimientos y desahucios. En tal estado de cosas, normal es que el pueblo proteste. Y ruegue a las alturas. Más, siempre más, y al modo que este observador oyó exclamar a un hijo de vecino: “Merkelcita, siquiera déjame como antes”.

martes, 14 de mayo de 2013

Papel de Aleluyas



La alegría, como suele decirse, va por barrios. O por caminos rocieros, en día como hoy. Lo que está muy bien y sienta aún mejor, según las presentes circunstancias de vida. A otro Rocío de referencia nos vamos, sin embargo, y también a disfrutar -¿por qué no?- de su particular ambiente, tantas posibilidades abiertas, tan grande universo a  contemplar en el santuario de la lectura, la propuesta igualmente festiva para quienes, en libre opción y  por culpa de ninguna crisis, han decidido quedarse en casa.
             Una publicación onubense figura, además, entre las seleccionadas para la ocasión: Papel de Aleluyas (Hojillas de calendario de la nueva estética), la revista literaria creada y codirigida por Rogelio Buendía, Adriano del Valle y Fernando Villalón durante el período 1927-1928, verdadera joya de época, y de la cual destacamos las reediciones del Instituto de Estudios Onubenses (1980), y de la  Diputación de Huelva (2007; facsimilar).
            El mundo de las revistas literarias, en la medida que aúna creación, diseño, reflexión, crítica y memoria  ya se presta a la mayor consideración, de manera principal por su efectividad en la comunicación y divulgación de las ideas, pero, con añadido y especial interés, porque movimientos literarios y escritores hayan tenido, por lo regular, una revista literaria como espacio idóneo para sus primeras manifestaciones.
            En el sentido señalado, nace así Papel de Aleluyas -poco importa lo anecdótico de su gestación-  sobre aquella inquietud literaria española, que, sin apartar la mirada de lo nuevo representado por las vanguardias, tampoco olvidó nunca  los valores nuestra lírica tradicional, realidades ambas muy reconocibles, por ejemplo, en los escritores de la Generación del 27. Del citado grupo, Rafael Alberti. Manuel Altolaguirre, Francisco Ayala, José Bergamín, Luis Cernuda, Juan Chabás Antonio Espina, Gerardo Diego, Jorge Guillén,  José Moreno Villa y Emilio Prados, fueron, entre otros, colaboradores de la revista de Huelva. Una admirable nómina. Y bellísimas aportaciones en hojas impresas, dobladas, con recuerdo a los pliegos de cordel. Esto fue, es Papel de Aleluyas.   
           

martes, 7 de mayo de 2013

Marisol Aznar, mujer actual.



Nada que ver nuestra protagonista con el ex presidente español del mismo apellido; sí con las razones del autogobierno como mujer, esposa, madre y trabajadora, los ámbitos en los que, tal vez, se dibujen con mayor precisión los perfiles tradicionales de “lo femenino”. Este conjunto de valores, según fue y es reconocible igualmente en gran número de casos. Son límites, sin embargo, demasiado estrechos. La propia trayectoria de Marisol, desde aquella permanente actitud suya de absoluta entrega y compromiso hacia los demás, demuestra que hay, puede haber mucho más. La oportuna lectura de la sociedad actual, y en lo que incide una conciencia cambiante, traduce el concepto de evolución a la manera que Marisol aconseja: comportamientos colectivos e individuales siempre críticos (ante sí y el mundo) y asentados sobre la concepción de la mujer como sujeto activo.
            En Marisol Aznar distinguimos, además, capacidades e inquietudes que responden a la llamada del arte y que vienen a situarla con justeza en la ruta de quienes descubrieron y descubren en la producción estética (la pintura, aquí), un instrumento significativo no solo para la reafirmación y felicidad personales, sino para la necesaria modernización social.
            Por todo, la titular de este espacio, con espíritu acostumbrado a repartir lo cotidiano conforme cada parcela de su identidad le reclama, se erige hoy en argumento atractivo, claro y ejemplar. Referente también a la hora de subrayar la contribución femenina en la superación de dinámicas inmovilistas (reflejo tópico de las cuales son, por cierto, las celebraciones  del “Día de…”). Y, sobre todo, modelo con los pies en las buscadas bases de la veracidad.
            “…Mil mujeres son una mujer”, concluye un aforismo de Juan Ramón. Yo creo que, por derecho y merecimientos, Marisol remite a equivalentes distintos, incluso más elevados.