José Antonio García
martes, 13 de agosto de 2013
martes, 6 de agosto de 2013
Renacimiento, revista literaria
Playa
o montaña; campo o ciudad, otra geografía ahora visitable es la literaria, más
a mano, si cabe, sus latitudes y longitudes, más barato también su menú; y
sobre todo, con mayores posibilidades formativas, créditos que en ningún
momento deben desecharse.
Particularmente,
entre el material de lectura que este observador había incluido en su equipaje
de vacaciones, retomo Renacimiento (Huelva,
1913), revista de literatura, arte y ciencias, de la que meses atrás (febrero)
se celebró el centenario, homenaje al
cual la Diputación
provincial se sumó reeditando en forma
facsimilar el número uno de la citada publicación. Un acierto vinculado al buen
hacer de los autores que figuran en el sumario, con destacado papel para Rogelio Buendía, médico y escritor de
Huelva y a quien, en el ámbito que tratamos, igualmente podemos encontrar en
revistas literarias de similar reconocimiento y prestigio que Renacimiento, tales son Centauro, Papel de Aleluyas, Los
Quijotes, Tableros, Grecia, Cervantes, Ultra, Horizonte y Alfar.
Aparte
ese interés cercano por Renacimiento,
el general por las características de la revista literaria también se
justifica, habida cuenta del amplísimo espacio que ésta ofrece a la
imaginación, creación, placer estético y memoria, lo que favoreció siempre la
transmisión de las ideas de un
determinado período, siendo constatable “que cada movimiento literario – Celma
Valero-, haya tenido indefectiblemente su primera exteriorización en las
páginas de alguna revista”. Desde un punto de vista distinto, y en el marco de
la relación prensa.-literatura, a contemplar, además, el rasgo diferenciador de
la propia revista literaria, definido por su periodicidad (semanal,.quincenal.
mensual, trimestral…), lo que da como resultado una cierta capacidad de reposo
y de profundización en los temas tratados: al tiempo, teje, establece una
inevitable comunicación con los lectores y, en consecuencia, con la sociedad en
la que se inscribe. Renacimiento confirma
dicha realidad. Compromiso expresado por su redacción de “realizar una labor de
cultura y de belleza, que es necesaria, absolutamente necesaria”. Como hoy.
Con “Palabra y media” atrevida,
dispuesta. Con bríos; sin distancias.
martes, 30 de julio de 2013
En Campus Stellae (Compostela).
A esperar que cayeran los sueños.
Cuestión de paciencia. Y de fe, según su madre le había aleccionado para que
profesara una, pues disponer de tal recurso es muy positivo: <Creer no es
necesario únicamente para vivir; también para morir>. Eso pudo oír desde
pequeño, entresacar del ambiente familiar. La esperanza, por tanto, era la
justa fiel de aquel chico, hijo de poeta, sentado aún, absorto, en pétrea reflexión
sobre el muro de la fatídica curva de Campus
Stellae (Compostela, en castellano), donde ocurrió la tragedia, hace apenas
una semana.
Por
supuesto, sus conocimientos de trenes no fueron nunca más allá de los propios
en cualquier muchacho de igual edad, esto es, aquellos que se recuerdan de la
infancia, viales y sonido del “eléctrico” montado en el salón comedor de casa y
cargado con toda la expectación acumulada durante la Noche de Reyes. Nada
comparable con la realidad de los “mayores”, sujetos, como debe ser, a estrictos
códigos de circulación férrea, máximas y mínimas velocidades, modernos sistemas de seguridad que, caso dado,
puedan frenar la muerte en seco.
Nada
de lo anterior sucedió esta vez (evidente). No ganó la normalidad, la misma con
la cual él recolocaba su tren cuando, en una y otra ocasión, descarrilaba. Tampoco
jamás unas imágenes (esos vagones lanzados hacia la pared), se ajustaron tan
proporcionalmente al peso y poso del dolor a punto de producirse y cuyos
efectos habrán de prolongarse por largo tiempo. Impensable la noticia,
increíble lo acaecido, por más que –insistimos-, ahora la fe se ofrezca como
soporte.
Y es que, aunque la práctica diaria lleve al conocimiento de lugares, recorridos,
cálculos, cercanías y distancias, forma parte de la experiencia humana, es natural
también que no siempre “la vida salga a tu encuentro”, ases negros en la manga, bien sabemos de quién,
dispuestos a determinar el desenlace del juego en décimas de segundo. Como ha
sufrido en sus carnes Santiago, Galicia, España, el mundo. Nunca, así, la
imprudencia, si la hubo; menos, el olvido. Nunca la lluvia sea de lágrimas. En Campus Stellae. En ningún sitio.
viernes, 26 de julio de 2013
El cine en Huelva (y II),
Desde el siglo XIX el
cine tuvo presencia en Huelva. En el recuerdo, los escenarios de las primeras
presentaciones del cinematógrafo: Teatro Colón (1896), Círculo Mercantil y
Agrícola (1898). solar de la calle de
Zafra (1900)...
La fecha a destacar ahora es, sin embargo, 1915, cuando
se inaugura el Cinema Onuba en la calle Vázquez López., cine de verano (en
principio), ubicado donde años después se construiría el Real Teatro. .
Proyecciones de películas, documentales sobre corridas de
toros...La extraordinaria acogida dispensada en Huelva al nuevo arte
garantizaba, a todas luces, su continuidad, supervivencia ampliamente
justificada, entre otras razones porque es verdad que al cine” uno va a
enamorarse”, belleza incluida de las actrices y actores . Tal es el encanto de
la sala oscura.
Mas la influencia del
Cinema Onuba no se supeditó a Huelva capital. Ya el diario La Provincia, (20/8/1915)-,
se encargó de informar también del estreno de ¿Quo Vadis? en Nerva y otros
pueblos. Desde entonces, y según “estamos hechos del mismo material que
los sueños” (Shakespeare), Huelva se
hizo gran aficionada al séptimo arte, de
naturaleza incomparable, y que tanto sirve para distraer, formar y acceder a lo
profundo de los sentimientos humanos.
No obstante lo dicho, la
consolidación del cine en Huelva no fue tarea fácil. Así, se constata, por
ejemplo, que, en 1918, el espacio que
ocupara el citado Onuba fuese una gallera. En los siguientes veranos -1919,
1920 y 1921- la cartelera cinematográfica volvió a colgarse en el referido punto,
aunque bajo el rótulo de Cinema Victoria.
Es
clave el año 1922, cuando Joaquín
Gonzalo Garrido, dueño del referido lugar, procedió a las obras –Martínez Navarro, A.J: Historia
menuda de Huelva. Tomo I, pág. 75. Huelva, 1990-, del inicialmente denominado Real Teatro, con posterioridad -tiempos
republicanos-, Gran Teatro.
martes, 16 de julio de 2013
El cine en Huelva
Dicen
que el celuloide en el cine tiene fecha de caducidad, ley de vida a favor,
ahora, del formato digital. Lo que no reduce ni amplía las posibilidades de
nuestro nervio óptico, “un choque, veinticuatro imágenes por segundo” (F, Trueba).
Atrás
queda, sin embargo, una historia relacionada con aquel material No hay que olvidar hablamos de un arte
popular. Y popular, como nos hacía ver el escritor Francisco Ayala, “con todas sus consecuencias. Los pueblos de la Tierra, en competencia de
entusiasmos, se han apresurado a recibir sobre sus cabezas el agua del cinema:
el gallo, plano y negro, ha cantado desde su veleta un alba unánime; el león ha
sacudido con su bostezo caliente un bosque de nervios; el globo terráqueo ha
girado con suavidad desde su eje, y el destino de Diana registra cada día un
viento internacional…Dentro de este zodíaco de marcas, el cine va cuajando un
espíritu nuevo, universal, solidario”.
Enorme popularidad,
pues, en correspondencia igualmente con su trayectoria, y a partir de Louis Lumière, quien utilizó su invento
para rodar al aire libre breves documentales (Arrive du train en gare de La
Ciotat). Pero, sobre todo, desde que Georges Meliès, ilusionista y director del teatro Robert Houdin de
Paris, introdujo en el cine la puesta en escena de origen teatral, el rodaje en
estudio y casi todos los trucajes del cine moderno, lo que posibilitó su rápida
expansión y arraigo social.
Huelva
vino a familiarizarse enseguida con el nuevo arte. Iniciativas tomadas al
respecto en esta ciudad vienen a demostrarlo. Tal fue la presentación del
cinematógrafo en la capital onubense La prensa local – Diario La Provincia (22/121896) -
recogía el hecho de la siguiente manera: Mañana,
miércoles, se verificará la inauguración del cinematógrafo perfeccionado
“Yoli”, primero en su clase en España, instalado en el Teatro “Colón”. Dado lo
interesante del espectáculo y lo económico de los precios, creemos serán
muchísimas las personas que han de visitarlo, pues este curioso invento ha
llamado poderosamente la atención en todas partes donde se ha exhibido. El
espectáculo será a las ocho.
El
acontecimiento dejó huella, fomentó un ambiente, creó una cultura que, hoy, se
echa de menos.
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