martes, 6 de agosto de 2013

Renacimiento, revista literaria




            Playa o montaña; campo o ciudad, otra geografía ahora visitable es la literaria, más a mano, si cabe, sus latitudes y longitudes, más barato también su menú; y sobre todo, con mayores posibilidades formativas, créditos que en ningún momento deben desecharse.
            Particularmente, entre el material de lectura que este observador había incluido en su equipaje de vacaciones, retomo Renacimiento (Huelva, 1913), revista de literatura, arte y ciencias, de la que meses atrás (febrero) se celebró el centenario, homenaje  al cual la Diputación provincial  se sumó reeditando en forma facsimilar el número uno de la citada publicación. Un acierto vinculado al buen hacer de los autores que figuran en el sumario, con destacado papel para Rogelio Buendía, médico y escritor de Huelva y a quien, en el ámbito que tratamos, igualmente podemos encontrar en revistas literarias de similar reconocimiento y prestigio que Renacimiento, tales son Centauro, Papel de Aleluyas, Los Quijotes, Tableros, Grecia, Cervantes, Ultra, Horizonte y Alfar.
            Aparte ese interés cercano por Renacimiento, el general por las características de la revista literaria también se justifica, habida cuenta del amplísimo espacio que ésta ofrece a la imaginación, creación, placer estético y memoria, lo que favoreció siempre la transmisión  de las ideas de un determinado período, siendo constatable “que cada movimiento literario – Celma Valero-, haya tenido indefectiblemente su primera exteriorización en las páginas de alguna revista”. Desde un punto de vista distinto, y en el marco de la relación prensa.-literatura, a contemplar, además, el rasgo diferenciador de la propia revista literaria, definido por su periodicidad (semanal,.quincenal. mensual, trimestral…), lo que da como resultado una cierta capacidad de reposo y de profundización en los temas tratados: al tiempo, teje, establece una inevitable comunicación con los lectores y, en consecuencia, con la sociedad en la que se inscribe. Renacimiento confirma dicha realidad. Compromiso expresado por su redacción de “realizar una labor de cultura y de belleza, que es necesaria, absolutamente necesaria”. Como hoy. Con  “Palabra y media” atrevida, dispuesta. Con bríos; sin distancias.  

martes, 30 de julio de 2013

En Campus Stellae (Compostela).



A esperar que cayeran los sueños. Cuestión de paciencia. Y de fe, según su madre le había aleccionado para que profesara una, pues disponer de tal recurso es muy positivo: <Creer no es necesario únicamente para vivir; también para morir>. Eso pudo oír desde pequeño, entresacar del ambiente familiar. La esperanza, por tanto, era la justa fiel de aquel chico, hijo de poeta, sentado aún, absorto, en pétrea reflexión sobre el muro de la fatídica curva de Campus Stellae (Compostela, en castellano), donde ocurrió la tragedia, hace apenas una semana.
            Por supuesto, sus conocimientos de trenes no fueron nunca más allá de los propios en cualquier muchacho de igual edad, esto es, aquellos que se recuerdan de la infancia, viales y sonido del “eléctrico” montado en el salón comedor de casa y cargado con toda la expectación acumulada durante la Noche de Reyes. Nada comparable con la realidad de los “mayores”, sujetos, como debe ser, a estrictos códigos de circulación férrea, máximas y mínimas velocidades,  modernos sistemas de seguridad que, caso dado, puedan frenar  la muerte en seco.
            Nada de lo anterior sucedió esta vez (evidente). No ganó la normalidad, la misma con la cual él recolocaba su tren cuando, en una y otra ocasión, descarrilaba. Tampoco jamás unas imágenes (esos vagones lanzados hacia la pared), se ajustaron tan proporcionalmente al peso y poso del dolor a punto de producirse y cuyos efectos habrán de prolongarse por largo tiempo. Impensable la noticia, increíble lo acaecido, por más que –insistimos-, ahora la fe se ofrezca como soporte.
             Y es que, aunque la práctica diaria  lleve al conocimiento de lugares, recorridos, cálculos, cercanías y distancias, forma parte de la experiencia humana, es natural también que no siempre “la vida salga a tu encuentro”, ases  negros en la manga, bien sabemos de quién, dispuestos a determinar el desenlace del juego en décimas de segundo. Como ha sufrido en sus carnes Santiago, Galicia, España, el mundo. Nunca, así, la imprudencia, si la hubo; menos, el olvido. Nunca la lluvia sea de lágrimas. En Campus Stellae. En ningún sitio.    
  
C

viernes, 26 de julio de 2013

El cine en Huelva (y II),



Desde el siglo XIX el cine tuvo presencia en Huelva. En el recuerdo, los escenarios de las primeras presentaciones del cinematógrafo: Teatro Colón (1896), Círculo Mercantil y Agrícola (1898). solar de la calle de Zafra (1900)...
            La fecha a destacar ahora es, sin embargo, 1915, cuando se inaugura el Cinema Onuba en la calle Vázquez López., cine de verano (en principio), ubicado donde años después se construiría el Real Teatro.        .
            Proyecciones de películas, documentales sobre corridas de toros...La extraordinaria acogida dispensada en Huelva al nuevo arte garantizaba, a todas luces, su continuidad, supervivencia ampliamente justificada, entre otras razones porque es verdad que al cine” uno va a enamorarse”, belleza incluida de las actrices y actores . Tal es el encanto de la sala oscura.
            Mas la influencia del Cinema Onuba no se supeditó a Huelva capital. Ya el diario La Provincia, (20/8/1915)-, se encargó de informar también del estreno de ¿Quo Vadis? en Nerva y otros  pueblos. Desde entonces, y según “estamos hechos del mismo material que los sueños” (Shakespeare), Huelva se hizo gran aficionada al séptimo arte,  de naturaleza incomparable, y que tanto sirve para distraer, formar y acceder a lo profundo de los sentimientos humanos.
            No obstante lo dicho, la consolidación del cine en Huelva no fue tarea fácil. Así, se constata, por ejemplo, que, en 1918, el espacio que ocupara el citado Onuba fuese una gallera. En los siguientes veranos -1919, 1920 y 1921- la cartelera cinematográfica volvió a colgarse en el referido punto, aunque bajo el rótulo de Cinema Victoria.
            Es clave el año 1922, cuando Joaquín Gonzalo Garrido, dueño del referido lugar, procedió a  las obras –Martínez  Navarro, A.J: Historia menuda de Huelva. Tomo I, pág. 75. Huelva, 1990-, del inicialmente denominado Real Teatro, con posterioridad -tiempos republicanos-, Gran Teatro.

martes, 16 de julio de 2013

El cine en Huelva




Dicen que el celuloide en el cine tiene fecha de caducidad, ley de vida a favor, ahora, del formato digital. Lo que no reduce ni amplía las posibilidades de nuestro nervio óptico, “un choque, veinticuatro imágenes por segundo” (F, Trueba).
Atrás queda, sin embargo, una historia relacionada con aquel material  No hay que olvidar hablamos de un arte popular. Y popular, como nos hacía ver el escritor Francisco Ayala, “con todas sus consecuencias. Los pueblos de la Tierra, en competencia de entusiasmos, se han apresurado a recibir sobre sus cabezas el agua del cinema: el gallo, plano y negro, ha cantado desde su veleta un alba unánime; el león ha sacudido con su bostezo caliente un bosque de nervios; el globo terráqueo ha girado con suavidad desde su eje, y el destino de Diana registra cada día un viento internacional…Dentro de este zodíaco de marcas, el cine va cuajando un espíritu nuevo, universal, solidario”.
Enorme popularidad, pues, en correspondencia igualmente con su trayectoria, y a partir de Louis Lumière, quien utilizó su invento para rodar al aire libre breves documentales (Arrive du train en gare de La Ciotat). Pero, sobre todo, desde que Georges Meliès, ilusionista y director del teatro Robert Houdin de Paris, introdujo en el cine la puesta en escena de origen teatral, el rodaje en estudio y casi todos los trucajes del cine moderno, lo que posibilitó su rápida expansión y arraigo social.
Huelva vino a familiarizarse enseguida con el nuevo arte. Iniciativas tomadas al respecto en esta ciudad vienen a demostrarlo. Tal fue la presentación del cinematógrafo en la capital onubense La prensa local – Diario La Provincia (22/121896) - recogía el hecho de la siguiente manera: Mañana, miércoles, se verificará la inauguración del cinematógrafo perfeccionado “Yoli”, primero en su clase en España, instalado en el Teatro “Colón”. Dado lo interesante del espectáculo y lo económico de los precios, creemos serán muchísimas las personas que han de visitarlo, pues este curioso invento ha llamado poderosamente la atención en todas partes donde se ha exhibido. El espectáculo será a las ocho.
El acontecimiento dejó huella, fomentó un ambiente, creó una cultura que, hoy, se echa de menos.

martes, 9 de julio de 2013

Una habitación con vistas



Nada que ver el titular con la película de igual nombre, aquel drama romántico dirigido por James Ivory (1985), adaptación de la novela de E.M. Foster, que fuera galardonado con tantos Óscars, Baftas y demás premios reconocidos, en el cual la protagonista, Lucy Honey, una joven inglesa de buena familia, y su prima, Charlotte Bartlett, -ambas de viaje en Florencia-, conocen en la pensión donde se hospedan al excéntrico señor Emerson y a su hijo George, quienes amablemente ceden sus habitaciones  a las citadas damas para que disfruten de una ventana con vistas a la ciudad.
            Aparte, y en pretendida relación con lo anterior, las golondrinas de hoy, que solo en su calidad de pájaros insectívoros de alas largas, delgadas y puntiagudas y cuyas características les permiten vuelos acrobáticos y veloces, de rápidos ascensos y descensos ya sea en altura o al ras del suelo, se parecen a las de ayer, las de – valga por su popularidad la referencia escogida-. la Rima LIII: Volverán las oscuras golondrinas/ en tu balcón sus nidos a colgar,/ y otra vez con el ala a sus cristales/ jugando llamarán /…, las cuales continúan encantando, sencillamente porque Bécquer es Bécquer. 
            Estas de ahora son, igualmente, migratorias, con viajes de ida y vuelta, y anunciadoras de la primavera, Como siempre. Las mismas dan, sin embargo, otro aire. O se lo dan seguramente, que en asuntos de vender confortabilidad,  antes y después del punto.com, el mundo nuestro (de muy pocos, más exactamente), ha sido y es un publicista experto. He ahí, pues, la explicación del nuevo comportamiento que observamos en las golondrinas, vaticinado incluso por el propio Bécquer: Pero aquellas que el vuelo refrenaban/ tu hermosura y mi dicha a contemplar,/ aquellas que aprendieron nuestros nombres.../ esas... ¡no volverán /. Y tanto que fue, es así, y en actitud ajena a cualquier principio romántico. Porque muchas golondrinas actuales no se conforman con vivir en una casucha, hueco de árbol o establo. Quieren también lo que la mayoría: ¡una habitación con vistas!

martes, 2 de julio de 2013

Faustino Rodríguez



La vida imita al arte mucho más que el arte a la vida, es frase célebre de Óscar Wilde. Y acertada, según son también muchos los artistas que a lo largo de la Historia Universal dieron testimonio de ello. De la actual, Faustino Rodríguez, proyectada igualmente su obra al infinito, es, sin duda, un notorio ejemplo. La vida misma es la primera en reconocer cuanto del creador onubense decimos, situado ya él sobre ese sencillo aleph donde, acompasados espíritu y materia, a diario “ora et labora”; sabedora ella de cómo debe posicionarse ante fluyentes imágenes pictóricas (poéticas, al unísono), las cuales dejan ver –sentir-, no solo lo que hay más allá de la intuición, sino el estudio y rigor técnico administrados, camino hacia el laberinto simbólico y luminoso que el autor ofrece y en el que el misterio es un componente continuo. En consecuencia, y rendida con motivos la creatividad a nuestro personaje, ¿qué importa que Babel quedase entonces paralizada, si ahora Faustino es capaz de resolver la confusión de las lenguas, reconstruir la famosa torre? ¿Y que el Templo de Salomón fuese reducido a un montón de piedras? ¿O que Persépolis se esfuerce en demostrar la grandeza de un imperio? Nada fuera, lejos ni imposible; nadie, incluido este siglo XXI que, en sus prisas, descataloga y envía a los sótanos tantos cuadros y firmas, podría permanecer indiferente frente al quehacer de Faustino Rodríguez, artista otro, distinto, siempre en lo que queda tras la contemplación de lo bien hecho, y de los que quedan en  la vía –vida-,  que existe del sueño a la realidad. De un extraordinario pintor, pues, hablamos. Y de su interior tierra de promisión, colmada ésta de color, filantropía, filosofía, literatura, música, mística, números, alquimia, magia y astrología tomamos, en paralelo, referencias. Junto a todo, lo evidente de la identidad como recurso de alcance, la llave “con el tiempo dentro” que Faustino propone y de la que dispone para abrir el campo de un definido estilo, lo fundamental en el orden de las significaciones, lo imprescindible cuando se trata de interpretar el  mundo en que vivimos. Lo propio, en suma, de un  maestro. 

martes, 25 de junio de 2013

Desde la azotea




         Con el verano erigiéndose como la mejor época del año – es el suyo un reconocimiento ganado a soles-, la vida al día, desnuda casi de pasados sufridos y de preocupaciones futuras, parece más fácil, mirada desde esa otra perspectiva por la que, siendo uno el principal objeto de contemplación, la realidad propia se aprecia ahora colmada de claridad. Una visión ésta tal vez demasiado nuestra, pero, asimismo por ello, nunca rechazable; todo lo contrario. A fin de cuentas o de cuento, el laberinto o torbellino del vivir, que a diario amenaza con tragarnos, suele ceder normalmente cuando le plantamos cara y además con recursos nada caros, tales son los “primores de lo vulgar” o detalles cotidianos que tanta felicidad producen y por la belleza que encierran. Sentir así, sin ausencias de señales, que ninguna estación nos ignora. Sabernos también lectores de lo creado alrededor, figuras con conciencia hacia la incesante búsqueda de la identidad personal. En tal sentido, y porque, entre cantos y silencios, el mundo siempre querrá decirnos algo, cobra especial importancia el punto o lugar en el cual nos situemos: la azotea del alma, por ejemplo, de cuya consistencia no conviene dudar, tampoco de su voluntad de ofrecernos las cosas por derecho, lo fiel de cada momento. Visto incluso lo visto (la humanidad es criatura vieja), forma parte igualmente de una seria reflexión considerar que para congraciarse con la existencia no hace falta la realización de épicas acciones; menos, creer que la meta de mayor rentabilidad sea aquella representada por un ascenso social. Nada de esto último – insistimos- vale, sirve, da garantías suficientes al gozo. Sí, en cambio, la sencillez, la humildad, la transparencia de lo mínimo, lo pequeño grande del hombre.
            De todo lo anterior dejó palabras muy buen puestas y dispuestas el escritor Jorge Urrutia en su prólogo a mi Rumor de luz. No sé cuántas veces desde entonces las habré releído, repensado. Y todo porque, aunque la vida no esté bien hecha, sí es morada apetecible. Con azotea interior, encalada, dominadora, todavía más.           

martes, 18 de junio de 2013

Con Junio en las manos



“El fuego no emerge de la piedra, solo se traduce / su respiración” (José Bento).Como cita para abrir boca, y en alza natural -suponemos-, las temperaturas, vienen  bien los anteriores versos, según es intención nuestra, ahora que descanso y verano sellan sus pactos habituales, recolocar en las manos de los lectores un buen libro. El mismo libro de los gustos es amplio, ya se sabe, razón también por la cual los títulos posibles componen una relación grandísima. Aun así, en junio, una apuesta primera y válida es, sin duda, Junio (1957), del cordobés Pablo García Baena. El poeta, entre los mejores y actuales; su escritura, de lo más selecto – “Bajo su sombra, junio”-, en palabra “justa y a la vez lujosa, precisa y preciosa, inmersa en la tradición clásica” (M.A.Vázquez Medel). Baste como prueba la muestra que sigue: Bajo tu sombra, Junio salvaje parra,/ ruda vid que coronas con tus pámpanos las dríadas/ desnudas,/ que exprimes tus racimos fecundos en las siestas/ sobre los cuerpos que duermen intranquilos.
            Y claro es que, aunque siempre cobre importancia saber seleccionar texto y contexto, lo verdaderamente fecundo es el acto de leer en sí y por el enorme calado de sus efectos en la vida de las personas. Decía a propósito Jaime Balmes, “la lectura es como el alimento: el provecho no está en la proporción de lo que se come, sino de lo que se digiere”. Exacta apreciación. Muy a tenerla en cuenta en el mundo de hoy, en el que la complejidad acentúa con creciente fuerza  la necesidad de disponer de los nutrientes básicos, de manera el ser humano pueda acceder a una mente equilibrada, capaz de dar respuesta adecuada a los múltiples mensajes que, por doquier, aparecen ante la mirada propia y la ajena. Leer  lleva, además, implícito el beneficio del análisis, la comparación, el contraste, la síntesis…O sea, casi todo.  Por ello que, en junio y en cualquier tiempo, merezca la pena. Su práctica dibuja igualmente el perfil más racional. Y gratificante: “Que otros se enorgullezcan por lo que han escrito; yo me enorgullezco por lo que he leído”: Borges. ¿Alguien que aporte más?

martes, 11 de junio de 2013

Ante la Casa Colón



El acercamiento a sus muros exteriores era de casi obligado cumplimiento para el alumnado de la recordada Librada Vázquez, profesora del entonces Instituto de Enseñanza Media “La Rábida”, de Huelva. Se trataba, sencillamente, de completar el herbario propuesto en la clase de Ciencias Naturales y la palmadocompuesta nunca renunció al placer de erigirse en estrella, la hoja más difícil de encontrar, ese “cromo” que rara vez contiene el sobrecillo comprado en el quiosco. Pero yendo a la Casa Colón, ¡ya está!, pues con edad de bachiller ¿qué problema puede calificarse como tal?
             En la época referida, también la palma de la mano servía, en Huelva, de mapa a  todo: estudios, ambientes frecuentables y perfiles de un casco urbano del cual las iglesias de San Pedro, La Concepción, La Merced,  La Milagrosa, y San Francsco,  por una parte; y los dos “Brasil”, el mencionado instituto, el Santuario de La Cinta, y el antiguo estadio “Colombino”, por otra, marcaban, junto a los cabezos, las cotas singulares de la ciudad. Sin olvido posible -insistimos-.de la Casa Colón,  protagonista, hoy, de nuestra historia, cuya esplendente figura vino a señalar desde El Punto, el punto de arranque de la capital onubense hacia la modernidad.
            Antaño (1883), fue aquella hotel palacial, primer establecimiento de esta clase en España y a la altura de los principales de Europa (es lo que, al menos, se decía en la crónica de “La Provincia” (20/3/1882). de la mencionada construcción, levantada por iniciativa de Guillermo Sundheim); ahora, y desde su rehabilitación en 1988, Palacio de Congresos y Exposiciones. Un edificio que, por supuesto, da mucho más que para la búsqueda de una simple hoja, tantas y tan variadas como tuvo y retiene, sin muros algunos que las tapen y que, además, invitan a lecturas siempre apetecibles, ya sea  porque la fragancia propia continúe fundiéndose con la del mar, ¿o no?; ya porque ausencias y presencias hagan del  recinto lugar idóneo de convocatoria conjunta, libradas al fin de nota y condición. Y en reflexiva mirada sobre quiénes somos y adonde queremos ir, esto es, a nosotros mismos.

martes, 4 de junio de 2013

Idilios, de Juan Ramón Jiménez



Idilios, de Juan Ramón Jiménez, será presentado el próximo martes (20 horas), en la Biblioteca Pública de Huelva, en acto organizado por el Centro Andaluz de las Letras y que contará con la participación de Rocío Fernández Berrocal, reconocida juanramoniana e introductora de la citada publicación.
             Idilios (“en una obra como la mía, un título es casi un libro –pues ya están tocados los temas que se indican en otra parte-“, decía el autor), estuvo inédito hasta hoy y su aparición en Ed.”Isla de Sistolá” viene a responder con exactitud a las instrucciones que dejara marcadas Juan Ramón, bajo aquella concepción también suya de la disciplina (“cada día el gusto de cada día”). Se trata, además, de un libro que, en orden distinto y según fuera convicción general del Nobel moguereño, “lleva dentro una historia”. De amor en este caso y con trayectoria que se resuelve en Zenobia, “su aspiración ideal”.
             Idilios (1912-.1913), a caballo el escritor entre Moguer y Madrid, y al término de una etapa importante (1905-1912) para él, vivida íntegramente en su pueblo natal y caracterizada por una intensa actividad literaria (escribe, entre otros, Olvidanzas, Elejías, Baladas de Primavera, La Soledad Sonora, Pastorales, Poemas Májicos y Dolientes... Concibe igualmente Platero y yo, el cual revisaría y aumentaría hasta la primera edición de 1914), es, como bien define Rocío Fernández Berrocal, poemario con unidad completa, colmado de “brevedad, gracia y espiritualidad” concluyentes en ese Amor – con mayúscula, igual que su Obra-, que llega a sublimar a todos, del que –insistimos-, Zenobia es referente principal.. Nos hallamos, de tal suerte, ante un título clave para el seguimiento de la poesía de JRJ, libro éste que el autor dividió en dos capítulos (“Idilios clásicos” e “Idilios románticos”), y con curso natural y evolutivo que nace en la belleza carnal, pasa por la espiritual y culmina en la belleza en sí (“la verdadera madre de la acción y el verbo”, en aforismo del mencionado creador).En síntesis, lo “deseado y deseante” en un místico de la palabra como lo fue, es, Juan Ramón, “el poeta  español del siglo XX que mejor resiste el paso del tiempo” - Antonio Colinas, en el prólogo de Idilios-  y por la amplitud de su obra, su voz propia y su sentido universalista en el sentir y en el pensar”.
            I

martes, 28 de mayo de 2013

Ángeles Cruzado Rodríguez



             Cuentan los hechos (cantan, mejor), que su compromiso con el flamenco le llegó inicialmente por herencia familiar (su padre presidió durante años la Peña de Trigueros). Después, todo lo mucho que sabe y es capaz de transmitir sobre el arte de referencia es cosecha particular, fruto del esfuerzo, del rigor, del estudio también “por derecho” que exige la materia tratada, cuyo corpus compone, en verdad, un universo igualmente en expansión y colmado de energía vibrante, sonora, honda, emotiva y resuelta por las coordenadas del espacio- tiempo, en las que fue dejando esa estela de nombres importantes (cantaoras y bailaoras, en el caso que nos ocupa), a los que Ángeles Cruzado Rodríguez (licenciada en periodismo y doctora por la Universidad de Sevilla), aprendió a escuchar y, por derivación, a valorar en la medida justa que la propia historia debiera hacerlo y para dar a cada cual el lugar que le corresponde. No ocurre de tal suerte (las mujeres, en casi todas las disciplinas y ámbitos de la vida tuvieron que enfrentarse a más obstáculos que los hombres para alcanzar sus metas), de ahí que la aportación de nuestra protagonista resulte necesaria. Avalan a Ángeles Cruzado criterios de peso, dada su experiencia como miembro del grupo sobre estudios de género “Escritoras y escrituras”, perteneciente al Plan Andaluz de Investigación, desde el año 2002. Y, conforme con el título escogido (“Flamencas por derecho”), se ve asimismo respaldada por un nutrido elenco de figuras que, incorporado a su blog, garantiza la firmeza del proyecto. De momento, Rosalía de Triana, Belén Maya, La Cañeta de Málaga, Merced La Serneta, Carmen Amaya, Argentina, María Borrico, Aurora Vargas, María La Perrata, Mayte Martín, La Paquera de Jerez, Bernarda de Utrera, Tía Anica La Piriñaca, Sara Baras, La Repompa, Tía María La Habichuela, Matilde Coral, La Perla, La Negra, Juana La Macarrona, María La Burra y Tomasa La Macanica, entre otras, proponen sus respectivas interpretaciones en una primera relación. Aunque, como cabe suponer, muy pronto la vía seleccionada tendrá que ampliar su trazado. Lo normal en el firmamento que se ofrece, ahora y siempre a medio descubrir. Porque no hay noche en él sin una nueva estrella.     

martes, 21 de mayo de 2013

Hasta el 40 de mayo...



No te quites el sayo. Y el refrán se viene cumpliendo. A la vista y demás sentidos está este arreón ¿final? del frío, que ha helado el ambiente por encima  de lo permisible y cuando, en el tramo actual de la primavera, el Rocío era, aquí, la única humedad esperada; deseo por otra parte generalizado, sobre la idea del hombre como peregrino (rociero o no), el cual, tras el de ida, hoy hace el camino de vuelta según la tradición y conforme a la creencia de su origen celestial, lo que da al ser humano “un carácter de extranjería en la morada terrestre, a la vez que una transitoriedad a todos sus pasos por la misma”. Nada, pues, en el peregrinaje de la vida queda sin la correspondiente explicación simbólica, incluida la reclamada por el mes que transcurre, acaso no demasiado lejano de sus parámetros habituales, la lluvia inclusive justificando su presencia: “Chaparrones de mayo/ lavan los pinos;/ se asientan las arenas/ de los caminos”.  
Lo anterior, con respecto a cada persona, si bien los pueblos, que igualmente  tienen cuerpo, alma, sueños, y señas de identidad, requieren, sin duda, de los abrigos materiales y espirituales precisos, muy particularmente ahora, momentos de absoluta precariedad, de continuados intentos por levantarse para reemprender la marcha, muchos de ellos con la marca, la “mirada empañada del insomnio” y el dolor por heridas que nunca merecieron. Y es que, con todo lo bueno que – se supone-, aún hay por conocer y probar, el mal, querámoslo o no, también existe en el laberinto del vivir. A nivel del suelo, aunque con mayor visibilidad en el del cielo. Del poder, debe entenderse. Potestad, fuerza, dominio, e imposiciones de manos de muy pocos sobre los bolsillos (no cabezas) de muchos. Cetros o cayados frente a los cuales, con frecuencia, resulta imposible permanecer callados. Como ahora, en razón de los tiempos que corren, y comprobado que la realidad administrativa y su expresión simbólica no guían precisamente hacia caminos solares, diurnos, lógicos, sino a atajos estrechos, recortados, tremendos, abiertos solo a sufrimientos y desahucios. En tal estado de cosas, normal es que el pueblo proteste. Y ruegue a las alturas. Más, siempre más, y al modo que este observador oyó exclamar a un hijo de vecino: “Merkelcita, siquiera déjame como antes”.

martes, 14 de mayo de 2013

Papel de Aleluyas



La alegría, como suele decirse, va por barrios. O por caminos rocieros, en día como hoy. Lo que está muy bien y sienta aún mejor, según las presentes circunstancias de vida. A otro Rocío de referencia nos vamos, sin embargo, y también a disfrutar -¿por qué no?- de su particular ambiente, tantas posibilidades abiertas, tan grande universo a  contemplar en el santuario de la lectura, la propuesta igualmente festiva para quienes, en libre opción y  por culpa de ninguna crisis, han decidido quedarse en casa.
             Una publicación onubense figura, además, entre las seleccionadas para la ocasión: Papel de Aleluyas (Hojillas de calendario de la nueva estética), la revista literaria creada y codirigida por Rogelio Buendía, Adriano del Valle y Fernando Villalón durante el período 1927-1928, verdadera joya de época, y de la cual destacamos las reediciones del Instituto de Estudios Onubenses (1980), y de la  Diputación de Huelva (2007; facsimilar).
            El mundo de las revistas literarias, en la medida que aúna creación, diseño, reflexión, crítica y memoria  ya se presta a la mayor consideración, de manera principal por su efectividad en la comunicación y divulgación de las ideas, pero, con añadido y especial interés, porque movimientos literarios y escritores hayan tenido, por lo regular, una revista literaria como espacio idóneo para sus primeras manifestaciones.
            En el sentido señalado, nace así Papel de Aleluyas -poco importa lo anecdótico de su gestación-  sobre aquella inquietud literaria española, que, sin apartar la mirada de lo nuevo representado por las vanguardias, tampoco olvidó nunca  los valores nuestra lírica tradicional, realidades ambas muy reconocibles, por ejemplo, en los escritores de la Generación del 27. Del citado grupo, Rafael Alberti. Manuel Altolaguirre, Francisco Ayala, José Bergamín, Luis Cernuda, Juan Chabás Antonio Espina, Gerardo Diego, Jorge Guillén,  José Moreno Villa y Emilio Prados, fueron, entre otros, colaboradores de la revista de Huelva. Una admirable nómina. Y bellísimas aportaciones en hojas impresas, dobladas, con recuerdo a los pliegos de cordel. Esto fue, es Papel de Aleluyas.   
           

martes, 7 de mayo de 2013

Marisol Aznar, mujer actual.



Nada que ver nuestra protagonista con el ex presidente español del mismo apellido; sí con las razones del autogobierno como mujer, esposa, madre y trabajadora, los ámbitos en los que, tal vez, se dibujen con mayor precisión los perfiles tradicionales de “lo femenino”. Este conjunto de valores, según fue y es reconocible igualmente en gran número de casos. Son límites, sin embargo, demasiado estrechos. La propia trayectoria de Marisol, desde aquella permanente actitud suya de absoluta entrega y compromiso hacia los demás, demuestra que hay, puede haber mucho más. La oportuna lectura de la sociedad actual, y en lo que incide una conciencia cambiante, traduce el concepto de evolución a la manera que Marisol aconseja: comportamientos colectivos e individuales siempre críticos (ante sí y el mundo) y asentados sobre la concepción de la mujer como sujeto activo.
            En Marisol Aznar distinguimos, además, capacidades e inquietudes que responden a la llamada del arte y que vienen a situarla con justeza en la ruta de quienes descubrieron y descubren en la producción estética (la pintura, aquí), un instrumento significativo no solo para la reafirmación y felicidad personales, sino para la necesaria modernización social.
            Por todo, la titular de este espacio, con espíritu acostumbrado a repartir lo cotidiano conforme cada parcela de su identidad le reclama, se erige hoy en argumento atractivo, claro y ejemplar. Referente también a la hora de subrayar la contribución femenina en la superación de dinámicas inmovilistas (reflejo tópico de las cuales son, por cierto, las celebraciones  del “Día de…”). Y, sobre todo, modelo con los pies en las buscadas bases de la veracidad.
            “…Mil mujeres son una mujer”, concluye un aforismo de Juan Ramón. Yo creo que, por derecho y merecimientos, Marisol remite a equivalentes distintos, incluso más elevados.   


martes, 30 de abril de 2013

Bonares: La Cruz Chica



Tienen su gracia. Y en doble sentido: corporal y espiritual. Niños y niñas, en edad infantil la mayoría, perfectamente ataviados para la ocasión (traje típico andaluz), y prestos a responder a las exigencias de la fiesta local (Cruces de Mayo), de la mejor manera posible. Y créanme: lo hacen muy bien, con igual o más arte- dicen-, que los adultos. Cosas de la fijeza aprendida, esto es, de la tradición. De rituales asimilados desde temprano, la identidad personal y del grupo, confirmadas. Proceso de enculturación natural. Inmediatez, necesidad y riqueza (religiosa, artística, histórica y antropológica), que no admiten discusión, porque es el propio andar en el vivir, con todas sus alternativas, lo que, en esencia, traduce la referida celebración. Jubilosa siempre (no olvidemos que son cruces de gloria, de resurrección). Plural también, según la multiplicidad de colores, miradas y formas de “sentir pensando o de pensar sintiendo”, como dijera Unamuno. Y bulliciosa, por tanta chiquillería en la carrera oficial y en el templo. Doce calvarios de flores: Triana, San Sebastián, Pilar, Arenal, Nueva, Misericordia, Fuente, Cuatro Esquinas, Larga, Pozo, Higueral y Rincón. Y Bonares entero al pie de ellos. Cada uno de mayo eclosiona y se reviste como se muestra. Día y pueblo, aquí; conjuntados y convencidos, además, del valor que representa no lo que se posee, sino lo que se da, generosidad arraigada en Bonares, rasgo reconocido de su santo y seña.
            El tiempo pone asimismo lo que conviene y corresponde (“En los alcores de mayo / tiene Bonares clavadas / sus doce cruces de flores, / primavera de esperanza”), época en la cual lo festivo es, a la vez, razón y consecuencia; momentos ahora idóneos para la expresión de contenidas emociones, después de meses de frío y lluvia; tras el equinoccio, acaso la luz que más realce produce. Y de modo similar en lo grande y lo pequeño. O en lo lineal y lo circular, puesto que de ciclos hablamos. Bonares  pronto procuró a responsabilizarse con los suyos. Y se nota. El milagro de sus Cruces de Mayo es ejemplo claro.

miércoles, 24 de abril de 2013

Andalucía, con Caballero Bonald



Andalucía rinde hoy, Día del Libro, y en cada una de sus ocho provincias, homenaje a J.M. Caballero Bonald (actual Premio Cervantes), en acto simultáneo coordinado por el Centro Andaluz de las Letras Acierto doble –entendemos-, según la reconocida categoría del escritor jerezano, e igualmente por su claro compromiso con esta Comunidad, muy particularmente con el Coto de Doñana, escenario de  Agata ojo de gato (1974, Premio Nacional de la Crítica), novela de fabulación e historia confundidas, y en la que el mito de la tierra-madre se deja leer, sentir (“la tierra aniquila a quienes pretenden ultrajarla”) con la naturalidad y fuerza características de un territorio distinguido por su pureza.
            Mas no únicamente  por el libro citado merece la pena acercarse  a Caballero Bonald, a su producción narrativa (Dos días de setiembre, 1962; Toda la noche oyeron pasar pájaros, 1981; En la casa del padre, 1988, y Campo de Agramante, 1992). Porque, en esencia, dicho creador es, ante sí y el mundo, poeta. De rigor, lejano de la autocomplacencia y con una amplia obra (Las adivinaciones, 1952; Memorias de poco tiempo; 1954; Anteo. 1956; Las horas muertas.1959; Pliegos de cordel, 1963; Descrédito del héroe, 1977; Laberinto de Fortuna, 1984; Doce poemas, 1991; Diario de Argónida, 1997; Manual de infractores, 2005; Antídotos, 2008; La noche no tiene paredes. 2009; Entreguerras o De la naturaleza de las cosas, 2012), capaz de marcar tendencia desde el pasado “medio siglo” hasta nuestros días. A considerar, además, y convenir con él que la lectura sea tabla de salvación: “Con mi poesía –aquí y ahora- solo pretendo darle coherencia a mis acciones morales, librarme de mis taras educativas, potenciar por mi cuenta el sentido de la más inmediata testificación de la realidad, cernir con la memoria la servidumbre de los hechos vividos” Nada más; nada menos. Oficio de lector (2013), en suma, sobre una vida susceptible de ser corregida en muchos aspectos. Todavía – siempre- cabe tal certeza. Aunque al eco del propio Caballero Bonald admitamos que “somos el tiempo que nos queda”.


martes, 16 de abril de 2013

El cura Girón



El pasado sábado se cumplían cincuenta años de la ordenación sacerdotal de Paco Girón, el cura torero, apelativo éste último que le llega -en presente, siempre-, de su afición a la fiesta nacional, pero, sobre todo, por el  modo elegante y comprometido de componer los lances que, en cada tiempo y circunstancia, requirió la faena de su vida, esto es, la del desfavorecido, excluido social o, como se dice ahora, persona vulnerable, sin bien entre las muchas denominaciones que se suelen aplicar al necesitado, “pobre” es –creo-, la más acertada para el cura Girón, según él supo oír, leer y poner en práctica el contenido inequívoco del Sermón de la Montaña.
            Hablar, por tanto, de Francisco Girón, es hacer referencia precisa del bienaventurado, el cual no es otro sino aquel situado frente a las diversas perspectivas de cualquier crisis, y que lejos de adoptar una actitud pasiva, una vez observadas con detenimiento las características del astado correspondiente, se arma de comprensión, amor, arte  y confianza, y no duda en brindar su actuación al público más marginal. Luego, lo preceptivo de lo natural: destreza en el manejo de la derecha, de la izquierda, y en  los terrenos que convenga, ya sean los  tendidos de la política y la economía (van parejos), ya los de la filosofía, el arte o la religión, que igualmente  están para rendirse a los propósitos del torero. Pero solo al de genio y figura. Como concurre en Paco Girón, cuyo nombre, aparte de resultar sonoro en el contexto elegido (¿quién no lo ve inscrito en los mejores carteles?), cuenta también con los mayores reconocimientos. Normal Propio, además, del que primeramente descubriera las excelencias de la luz y después encargara el traje. En el caso de Paco Girón, un atuendo apto para mirar, no para ser mirado. Y con sencillos motivos centrados en Jesucristo y el prójimo: el reino de Dios en la tierra. Originalidad suma. Y esencialmente fe, demostrada en el ejercicio diario, Lo suficiente que nunca resta y sirve para no caer en ningún letargo, para encauzar los triunfos. Los que el bienaventurado Girón viene cosechando desde mucho antes de tomar la alternativa. Destacan, por cierto, las crónicas celestiales el revuelo que allí está causando. Nada extraño. Es un maestro.      

martes, 9 de abril de 2013

Mejor con un libro




            Así se suele testimoniar en abril el interés por la lectura: con un libro. Ocurre cada año y, de forma oficial, desde que la UNESCO, en recuerdo del fallecimiento de Cervantes y de Chakespeare (ambos, el 23-4-1616), eligiera simbólicamente la citada fecha como Día Mundial del Libro y de los Derechos de Autor, con la finalidad de animar a los jóvenes a descubrir el placer de leer y a respetar, a la vez, la inconmensurable aportación de los escritores al progreso social y educativo de los pueblos.
            Muy bien todo, que la idea de conceder la importancia debida a la creación (literaria, aquí), es  tanto como considerar que esta última pueda disponer de recursos propios contra la misma muerte y no se iría descaminado en tal sentido. La elección, pues, merece la pena, aparte las posibilidades de asombro, emoción y gozo que un buena obra – narrativa, poética, teatral-, regala a quien se compromete con ella.. 
            En torno al libro (instrumento y extensión no del cuerpo, sino de la imaginación y la memoria, según Borges) a tener en cuenta igualmente, aunque solo lo justo, sus diferentes y actuales formas de presentación, aparente enfrentamiento, ahora, de la tradicional (en papel), y la edición digital, pero en cualquier caso, sin menoscabo de los beneficios de la lectura (lo primordial y más interesante).Herencia, además, que siempre queda y se constituye también, tras siglos de cultura libresca, en razón y preocupación de la sociedad del siglo XXI, cuya capacidad para seleccionar e interpretar un texto continúa siendo, precisamente, muy escasa, a pesar de incorporación de las nuevas tecnologías de la información y comunicación (TIC), y como vienen a demostrarlo “los cientos de millones seres humanos que todavía no han accedido a la competencia lectora o que, aun teniendo un nivel elemental de lectura, son incapaces de poner en marcha dinámicas comprensivas, y son analfabetos funcionales” (M. A. Vázquez Medel). Por ello – insistimos- que en favor de la lectura se impongan criterios de actuación sólidos y políticas adecuadas. No, no es necesario ahondar. Sí, concluir: una sociedad lectora (consecuentemente crítica, innovadora y reflexiva), no hubiera consentido, por ejemplo, la crisis general que nos oprime.          
        

miércoles, 3 de abril de 2013

La hora de las playas



Tras la Semana Santa, la alternativa natural para el ocio de la gente es la playa, auténtico jardín de las delicias para niños y mayores, paraje del que el mismo Dios acaso sea guía gustoso y habitual y no solo porque tal espacio se constituya en una de las excelencias de su propia Creación; también por haberlo admirado y probado desde el principio, con  los beneficios que ello reporta al cuerpo y al alma.
            Lo anterior justifica, pues, que -abril encima-, la playa se convierta en punto de destino para cualquier humano que se precie, respuesta a una convocatoria que, al menos en Huelva, nunca defraudó; lo contrario. La  bien denominada Costa de la Luz es, por tanto, acertada opción, toda la verdad de sus aguas en las de la vida de cada cual, ecos y sueños  incluidos, de una y otra parte.
            Pero aun contando y reconociendo las exquisiteces y rasgos diferenciales de las  playas de Huelva, a nadie que las conozca a fondo se le escapa el profundo deterioro sufrido por estas durante las últimas décadas, particularmente desde la construcción del dique “Juan Carlos I” (El Espigón), enorme barrera pétrea que, según cualificados observadores, ha modificado la dinámica del mar a lo largo del litoral provincial y provocado la pérdida masiva de arena. Al respecto y contra esta conclusión, no falta la de quienes, con mirada distinta, consideran que los referidos efectos provienen de muy lejos, leibles en la historia del citado cinturón costero. Opiniones encontradas. Cierto. Y a las que es preciso sumar, por supuesto, el informe del proyecto técnico del mencionado dique, con advertencia sobre la erosión que la mencionada obra provocaría en la costa, y para cuya evitación serían necesarios espigones en “púas de peine”, trazados desde la orilla al mar. De eso hace más de treinta años, sin que jamás se actuara en la dirección indicada. Lógico, así, pensar que de tales carencias deriven los problemas de hoy. Por esto que las horas actuales y futuras en las playas de Huelva deban contarse a partir de la puesta en acción de planes de mantenimiento concretos y fiables. Mas discusión  no procede, no cabe.             

martes, 26 de marzo de 2013

Paso a paso



Cielos nubosos y precipitaciones en gran parte de la Península. Esto es España hoy, Martes Santo en la carrera oficial de su vida y, paso a paso, al dictado de las presentes circunstancias políticas y económicas que le han tocado en suerte, auténtica Vía Dolorosa, verdadero Calvario. El tiempo, pues, manda y la lluvia decide quién sale o se queda dentro, dos formas válidas, ya para suplicar a los dioses, ya para apaciguar la ira de los demonios que también, por mor de los recortes e impuestos aprobados en las alturas propias del poder, se alzaron en rebelión y habitan ahora en el alma de las personas y de los pueblos. Mal asunto y peor solución, aun cuando se comprenda  por qué y se evidencie el descaro de los de siempre (mercaderes, banqueros y administradores), mientras reparten de manera tan desproporcionada e injusta la cuota de sufrimiento que a cada cual debiera corresponder. Sangrante Vía Crucis actualmente –insistimos- y en cualquier cuerpo, casa, calle o plaza de los humildes.
            De otro modo, en razón del largo y más duro invierno padecido, cabe esperar (¡lo contrario sería obsceno!), que paso a paso asimismo, ese afán de las borrascas por descargar sus falsedades y truenos sobre este suelo, vaya desapareciendo. Es de ley natural, no de troica alguna. Partes meteorológicos, al fin, colmados de bonanzas.  Titulares y destacados distintos, distantes del negro intenso de los Bárcenas, Gürtel, Eres, despidos, desahucios…Mapa del tiempo nuevo, con las insalvables dosis de incertidumbre, pero donde, a la vez,  isobaras  regulares abran espacios al anticiclón, se conjuren ante los peligros que supone la vuelta atrás, tormentas y tormentos incluidos. En definitiva, un Atlas de la geografía humana mejor diseñado, sin límites confusos y resuelto a la mirada en lo que esta última quiso y aprendió a leer: la belleza de los nombres, el sueño de una noche, el esplendor de los días...En suma, la vida toda, aquí, a tiempo, en tiempo, sin mayores problemas Ganas acumula este observador de acceder a ella. Stravinski: La consagración de la primavera. Por ejemplo. 

martes, 19 de marzo de 2013

Pedro Quesada, pintor.




            No solo es primavera en el centro comercial donde trabaja como jefe del departamento artístico; también en su obra de creación personal, con perfiladas exposiciones entre marzo y abril, en dos reconocidos espacios de Huelva, capital: el restaurante Rocataliata (actualmente) y la Fundación Cultural Caja Rural (8-19 del próximo mes) En ambas, nuevos motivos y criterios en la pintura de Pedro Quesada, e igualmente en ella, desde el lenguaje propio al que el autor nos tiene acostumbrado, las extraordinarias posibilidades comunicativas del arte.
            El Barrio Obrero (Reina Victoria), de la ciudad onubense, tan singular y plural (lo inglés fundido con lo andaluz, neomudéjar y colonial), emplazado en el Cerro de San Cristóbal y que fue declarado Bien de Interés Cultural en 1977, vuelve a emplazar, así y aquí, al espectador, en discurso sensorial cuyo contenido trasciende el campo único de la mirada. Sobrepasa su tiempo incluso, más “clásico, es decir, actual, es decir, eterno”, según pudiéramos aplicarle - ¿por qué no?- el citado aforismo de Juan Ramón. El Barrio Obrero, por méritos que nadie discute, se alza, pues, como cima y objeto de contemplación de la primera y mencionada muestra.
               Por razones asimismo fáciles de comprender, los puentes, con valores simbólicos siempre por encima de los materiales, y referencias permanentes al paso de las aguas que atraviesan o de la historia de las tierras en las que hallan asentados, son parte principal de la obra pictórica de Pedro Quesada. Puentes de calculada arquitectura, e inflexibles ante aquellas circunstancias que no guarden relación con la firme y minuciosa belleza. A destacar muy especialmente en la segunda muestra el protagonismo asumido por el “Muelle de Tinto”, en “fijeza agotadora del detalle” (R.Alberti), que no cansa jamás; todo lo contrario.
            Jerárquicamente ordenados los temas seleccionados por un artista que hunde raíces frente a la mar de Isla Cristina (su ángulo universal), es natural y se entiende, finalmente, que marinas y bodegones complementen y contribuyan a traducir la visión del paraíso (exterior e interior), que Pedro Quesada aprendió a reflejar. Y que no deja de ofrecer al mundo.