martes, 28 de agosto de 2012

Alejandro Vivas Cano


Cada mañana del verano, enfundado en un chándal, sobre bicicleta y con  ajustada mochila a la espalda (la carga suave que, en junio, le impuso el curso escolar), acude a la cita diaria de las clases. A estas alturas, además, de la temporada, en la que puede contar con los dedos de la mano las fechas que restan para llegar a septiembre, a las aulas, a los exámenes, el pedaleo (interior y exterior) le exige un ritmo distinto, la meta ya dispuesta en el instituto, espacio que, ciertamente, nunca fue un jardín de las delicias para él ni para la mayoría de los estudiantes, si bien en el mismo, aquí, ahora, y con conciencia del paso implacable de la edad, está, en principio, el deseado trofeo, la ganancia del tiempo perdido, recuperable siempre (como las matemáticas, por ejemplo), gracias a ese esfuerzo que la experiencia humana impone a quienes, en cada etapa personal, hicieron reserva de una vida que, en verdad,  merece la pena, colmada de sueños y realidades, de esperanza.
            Desde otra mirada, Alejandro Vivas Cano, invitado hoy a este lugar de observación, es, por herencia, un buen amante de los deportes, sobre todo del fútbol, cuyas evoluciones  (el Recre  entre sus “clásicos”), sigue de forma continuada tanto en la práctica como en la letra impresa. Sabe él, sin embargo, que no solo de golpear un balón con mayor o menor fuerza y técnica, o de permanecer “al loro” de la información deportiva se nutre el aficionado, el hombre en general. De ahí que sus intereses se extiendan también a parcelas diferentes; la historia, la geografía…Páginas y más páginas de la cultura cercana, la occidental, incorporadas tempranamente a su curiosidad, y que contribuyeron de modo decisivo al enriquecimiento de sus registros expresivos (muy altos), de su fluidez mental y a la sólida percepción del mundo que -libros de la mochila aparte- ha ido, poco a poco, adquiriendo. En tal sentido, sobresaliente. O referente (cuando se asiente la natural revolución de sus años) para sí y los compañeros de competición. Con la liga del siglo XXI en pleno desarrollo y arbitrajes mediocres en cualquier sitio, es imprescindible que Alejandro ponga en juego las muchas capacidades que atesora. Va en ello que los campos no se vean vacíos. Tampoco la palabra.

martes, 21 de agosto de 2012

¿Final del verano?


Con agosto en su último tramo – ¡ya se notan las tardes!, exclama la gente-,  aunque todavía los cuerpos estén rendidos a la lasitud del verano, lo único que resta por probar de estas postrimerías es, si acaso, la acostumbrada tormenta, “trueno sordo, retumbante, interminable, como un bostezo que no se acaba del todo, como una carga de piedra que cayera del cenit al pueblo…” (Platero y yo.JRJ), cuya lectura inmediata, en página de libro que solo la naturaleza numera con precisión, suele ser, a la vez, carta de despedida y cheque en blanco para ese otro tiempo que viene sin que nunca lo llamara nadie.  
            Antes y después de la citada tormenta, mayor estruendo y peligrosidad, si cabe, provoca el tormento que padece esta sociedad sin ecos, de mínimos, opaca y exenta de amabilidad, por más que el sonido y el color de ayer nos la hubieran diseñado ilusionante, prometedora, obra en suma que jamás pudiera envejecer, menos empobrecerse. Ya hemos visto qué pronto nos obligaron a salir de tan fascinante escenario, a aceptar ahora situaciones casi insostenibles, a inyectarnos la dosis de dolor que – no lo olvidemos- siempre se reserva para que la propia vida resulte. Dicho esto, además, al filo de un gran abismo que pone tierra y años por medio entre lo que fuimos o quisimos ser y lo que en realidad somos: nada de otro mundo, poca cosa, cuerpo de estar hoy aquí y de hacer las maletas para ocupar el espacio que nos dé el día siguiente. Así de claro. Tal y como igualmente suena y se pinta: certeza necesaria de un vivir con muchísimas vueltas sobre sí y su órbita. La mejor base, ventana de observación, vía. A fin de cuentas, y al ritmo de las estaciones, estamos también programados como ellas para continuar. Que el verano, pues, esté a punto de concluir no deber destacarse por encima de lo que el mismo hecho significa. Mejor actuar en adelante al dictado de la creatividad, imaginación, formación, solidaridad, respeto, tolerancia…Es lo que  fundamenta el cambio, el paso, el puente entre lo uno y lo diverso. El verso tendido y extendido de Pureza,  lo bueno aún no catado.  

martes, 14 de agosto de 2012

Colorín, colorado...


Este cuento no se ha acabado. No, imposible que así fuera, tantos capítulos aún por delante para contar y callar los dimes y diretes de sus protagonistas, las inimaginables aventuras que los mismos habrán de afrontar, la prestancia a la escritura del autor, los beneficios económicos de la editorial. Porque vende, y bien, la línea directriz seleccionada, los recursos estilísticos, la tipografía, el formato de la colección…Y además, todo dentro, nacional, cercano; nada fuera de la trama que caricaturiza y define, en general, al mundo. De manera que, siguiendo casi en exclusiva las pautas del oportunismo material, que nadie extrañe en la actitud de algunos personajes la ausencia de elegancia, la falta a las reglas de la convivencia pacífica, el alarmismo social, los atentados contra los principios  elementales de la ética, estética o religión. Es lo que sucede, por ejemplo, cuando en razón de los objetivos que se persiguen (cuotas de populismo), algún líder sin gracia apuesta supuestamente por la imagen propia incitando a su gente al asalto, obviando la tensa situación que  aquella comunidad  sufra o, según la relación clima laboral- hechos, el posible daño al conjunto de los trabajadores. Frente a los citados rebeldes están (a no dudarlo), quienes con capacidad para especular y en posesión de esa magia siempre reservada para muy pocos, logran engañar sin escrúpulos al resto de los actores (millones de personas con distintos niveles de competencias y responsabilidades), hasta decodificar y adueñarse no únicamente de las claves (sacrificio y esfuerzo diario) de sus respectivas cuentecitas bancarias, sino también de las leyes (escritas en tablas de piedra o en papel vegetal), que en mandamientos naturales sirvieron o sirven para regular presente y futuro. Por tanto, y a modo de reflexión,  claro es que, en pleno siglo XXI, los argumentos y sentidos del género narrativo de referencia apenas difieren de los tradicionales. Solo que el Lobo de Caperucita y el Ogro de Pulgarcito son verdaderos inocentes ante los actuales. No, colorín, colorado, este cuento no se ha acabado. Y da miedo adivinar su fin.     

martes, 7 de agosto de 2012

Londres-Almonte


Dos lugares distantes y distintos; dos medalleros con características, nombres y portadores propios; dos puntos de actualidad ahora, ya al fuego de los aros olímpicos que desde Londres volaron al cielo hace pocos días, ya al calor de una fe que desciende precisamente de aquel alto espacio, la cual, por la mediación de una madre celestial (la Virgen del Rocío no es obra humana/, que bajó de los cielos una mañana…), y con centro de interés reconocido por la cristiandad en Almonte, alimenta la espiritualidad de los creyentes.
            Por un motivo u otro, los dos topónimos citados tienen mucho que ver, recibir,  dar, siendo así que en Londres la misma reina inglesa, con mayor o menor gracia y arropada por una numerosa corte de jefes de estado, presidiera la ceremonia inaugural de los JJOO 2012. O que a un escenario reducido como es El Rocío (Almonte), aunque con gran poder de convocatoria, el Papa Benedicto XVI haya concedido a partir del próximo 19 de agosto (fecha de inicio del tradicional Rocío Chico), la celebración del Año Santo Jubilar Mariano.
            Lejos de cualquier lectura simplista, ambos hechos fundamentan su importancia y consideración en la fuerza que los ritos confieren a sus lugares y actores, con formas y contenidos capaces crear una cultura, de moldear un mundo. Ello, con las solemnidades, reglas e interpretaciones derivadas, daría, sin duda, explicación a comportamientos individuales y colectivos, casos y cosas perfectamente observables tanto en las competiciones deportivas como en las manifestaciones religiosas, y en cualquier tiempo y circunstancias.
            Con todo, y desde la influencia que podamos adjudicar a cada una de las variables intervinientes en los rituales, hay por lo común una consecuencia material, un beneficio que, administrado con sabiduría y honradez, se entiende y justifica. En época de recesión económica, más aún. A no frivolizar, pues, ante dicha realidad, pan de solución que es para personas, familias, pueblos y ciudades. De Londres o Almonte, qué importa eso. Al final, los sumandos se reparten por zonas más amplias.      

miércoles, 1 de agosto de 2012

En Colombinas


Primero, desde la playa (orientación Mazagón–Cádiz), eran tres puntos indefinidos en la raya del término marino. Poco después, tres barcos muy similares. Y en un santiamén, ya cercanos, tres buques de las fuerzas armadas nacionales. De pronto, la guerra. La de los niños, estruendosa como siempre, vociferante, puro nervio:<¡papá, ya vienen; coge el coche; al puente de El Vigía, rápido, debemos llegar antes que ellos..!>. Una improvisada caravana de vehículos, entre pinares y caminos de arena, se apresuraba  a cumplir (comienzos de agosto) el ritual oportuno: recibir, pañuelo en mano y en la más corta distancia, al “Cervantes”, al “Churruca”, al “Alcalá Galiano”,  habituales invitados flotantes, con algún almirante a bordo, a Las Colombinas, la fiesta de Huelva. Pero ya  aquella chiquillería había hecho la suya…
            Hoy, tras varias décadas, es normal que la visual de los hechos sea distinta, porque lo es también la propia vida, su rumbo, menos rumbosa ahora que nunca, bien sabemos por qué, sin puentes ni navíos que saludar, otros verbos (recortar, suprimir, ceder…), llegados hasta aquí por tierra, mar y aire, imponiendo nuevos registros, significados, sentidos y competencias. Cosas de los tiempos, sinvivir sin querer, y por supuesto, exento de la magia necesaria, reservada para unos cuantos.
            La esperanza, sin embargo, existe. Igual la providencia. Está como entonces en los niños, cuyas acciones (hablar, elegir, recoger), aunque todavía imprecisas en el horizonte del mundo, podrán demostrar claramente el dominio de las cartas de navegación, de la velocidad de crucero, y la pericia para atracar en cualquier muelle de levante o poniente. Como don y tributo a la vez, la educación, sin la cual sería imposible la singladura. Mas no un proceso formativo del tres al cuarto, que ni cuenta ni canta sino lo único que se cruza ante los ojos. No, la sociedad actual y futura, ya está requiriendo una educación sólida, crítica, operativa, innovadora, con capacidad de dar la mejor respuesta. A la fiesta de los días, y sin exclusiones. De eso se trata.