martes, 26 de febrero de 2013

Metamorfosis, de Rafael Prado



Fue el sábado noche, pero todavía nos martillea por dentro vibraciones, motivos, pasajes y tiempos de Campanilleros (M. Rojas); Nocturno póstumo (Chopin); A lla turca (Mozart); Reflejos en el aire en la isla de Saltés; Improvisaciones sobre el río Tinto; Alborada en el Rocío; Danza del alma: el movimiento del mundo; Picasso: músico y palomas; Manuel de Falla: de no ser por París; Cobos Wilkins: los jardines concéntricos; Federico García Lorca: paisaje andaluz de gritos y silencio; y Gitano (de Rafael Prado las nueve composiciones finales), todas ellas aunadas bajo el título “Metamorfosis”, y para que la música, mientras por derecho reclama su categoría de verdadero lenguaje universal, demuestre nuevamente que es la mejor compañera del espíritu: “quien escucha música percibe que su soledad, de repente, se puebla “ (R. Browning).
            Casi lleno en el Gran Teatro de Huelva, sentimientos en estado puro y acompasados aplausos de los espectadores tras cada interpretación del pianista nervense y su grupo, según la gente de esta tierra intuye, toca y traduce con tanta facilidad  las voces de lo inexpresable. Modo, además, de reconocer y valorar aquí la calidad y calidez del programa ofrecido, la sintonía – o sinfonía- perfecta.
            Claro que, en el fondo- muy evidente-, “Metamorfosis” es un espectáculo que nunca podría dejar indiferente a nadie, concierto hacia el disfrute del público desde “la sensorialidad”, en el cual comunicación y comunión quedan garantizadas, mas no solo por la actuación central de Rafael Prado, y del elenco de artistas que le rodea  (Jesús Chaparro, actor; Aurora Gómez, soprano; Rafael Prada, cantaor flamenco; Jennifer Dorado, saxofón; Félix Gómez, contrabajo; Sherezade Jurado, flauta; Sabrina Jurado, clarinete; Alex Morgan, deejay y promotor; Moisés Losada y Ale Sierra, guitarristas; Miguel Flores, percusión, y Rocío, Fernando, Belén y Gema, palmeros); también por la original simbiosis escenario-estéticas- estilos musicales , de singular efecto. En suma, lo uno en lo diverso de cualquier proceso de creación. O como –rotundo siempre-, escribió Juan Ramón Jiménez: “¡Qué deleite hallar en una obra bella que nos gusta y que repetimos (poema, cuadro, música) la diferencia entre nuestra memoria y la realidad”. 

martes, 19 de febrero de 2013

En Cuaresma



Tras cinco años de rigurosa penitencia (¿hasta cuándo?); superado además el examen de conciencia que cualquier acto de confesión exige; tan evidente por otra parte  el dolor por los pecados cometidos, y hecho también el correspondiente propósito de enmienda, tal vez lo único que, en estricta aplicación de la justicia (humana y divina), cabe a este país es conocer siquiera la cara de su confesor: si Dios, para que baje hasta aquí nuevamente y, cíngulo en mano, eche a los mercaderes (marca con denominación de origen diverso), de este templo (¡cuánta gentuza; qué limpieza!); si Ángela Merkel (¿diosa?), para asimismo hacerle comprender que, siendo la cosa de campeonato europeo y aunque jueguen veintisiete contra veintisiete, no ha de consentirse que siempre gane Alemania…Porque ya está bien (o mal) que reglamentos, arbitrajes, medidas, recortes, tarjetas e incluso silbatos tengan diseño teutón. Este observador al menos, que ha nacido a pie de tan especial Atlántico sureño, junto a cuyas aguas desea ser reconocido y en las cuales su mirada aprendió a interpretar historias, virtudes y vibraciones de una mar que todo lo acoge con verdadero sentido, se niega a caminar al dictado de quien, olvidando perfiles diferenciales, solo abre boca  en pro del beneficio propio.
            Aparte y no lo anterior, claro es que la realidad social inmediata impone profundas modificaciones y propuestas de solución a los graves problemas incrustados en ella. Y no es razón ahora para continuar discutiendo sobre si, galgos o podencos, la culpa de la ineficacia administrativa y de la corrupción (desechables las dos) corresponde a esa o aquella clase canina. O a sinvergüenzas a los que, en el campo de la democracia, se les debieran anular las posibilidades de competir. Urge cambiar –insisto- ideas, estilos, cuadros técnicos (llamativo el suspenso general cosechado en España por los principales líderes políticos), tácticas, lo que haga falta, de manera que se garantice mantener con solvencia la categoría. Porque en las actuales circunstancias, este es el objetivo: pretender no ganar el campeonato; sí la dignidad, la vida.

martes, 12 de febrero de 2013

La Casa de los Martínez




                   No aquella serie escrita, dirigida y realizada por Romano Villalba, emitida por televisión española, cuyos capítulos, sobre las peripecias de una típica familia española de la época,  revolucionaron la sobremesa nacional durante los años 1967 y 1971, con protagonistas como Carlos Muñoz (padre), Julia Martínez (madre), Eduardo Couteleng (hijo), Isabel María Pérez (hija), Pepe Rubio (cuñado), Florinda Chico (criada), Rafaela Aparicio (cocinera), las gemelas Fernanda y Teresa Hurtado (sustitutas de las dos anteriores), aparte los también habituales Luis Barbero, José Luis Polack, Mari Camen Prendes, Laly Soldevilla, entre otros reconocidos nombres que se fueron incorporando al reparto conforme el programa avanzaba. Con mucha gracia y peso, por cierto, lo que explicó el éxito obtenido, igual que ahora, bajo el mismo titular que entonces, no el teatro o el cine, sino los naturales y diarios compromisos de la vida nos acercan hasta la actual Casa de los Martínez, sita en Punta Umbría (o Huelva, según aconseje el guión) y compuesta por Amador (padre), Conchita (madre), Mari Conchi y M. Ángeles (hijas), más Chete, único miembro que reside en Jaén, la provincia originaria.
                   Con ser, sin embargo, la capital del Santo Reino cuna de nacimiento y procedencia, qué pronto Huelva se ofreció como tierra prometida, (los lugares que finalmente hicimos nuestros nos esperaron siempre, aun sin saberlo, dice el poema). Voces en el caso que se cita, de allí para acá, por suerte nunca desprendidas de sus acentos primarios y atraídas, bien sabemos, por la irresistible fuerza del mar: Todo lo vi / enfilado hacia el sur. /La mar al fin / selló la reafirmación de mi sueño. Y sin solución de continuidad, hasta hoy. Perfiles humanos de luz, de agua al encuentro de lo grande recogido, que es la fe que mana en ellos, la cual, lejos de cualquier manual de instrucciones, es fácil definir y valorar, porque desde la condición que se tiene hacia la situación que se vive solo media lo mejor del corazón: sus generosos latidos, su verdad, su transparencia.
                   Hay tierras colmadas de estética. Y personas, de ética. Cuando se unen, la felicidad deja de ser meta inalcanzable. Huelva y los Martínez. Un ejemplo.

martes, 5 de febrero de 2013

Luces y sombras en febrero



Febrero marca la distancia, luz y sombra en crecimiento: la situación idónea a vuelta de pensarnos y nuevamente creernos que, aun estáticos, continuamos avanzando; lo ideal –insisto-, pese a cuanto sucede y mancha a nuestro alrededor y ¿sin que nadie pueda evitar que el mundo (próximo o lejano), sea una bola pasada, pesada, lenta, tocada en su trayectoria?
            Ocurre, si embargo, que este mismo planeta entró de origen en la dinámica de  vida (la propia de sí y de sus especies), de modo que, miremos según lo hagamos, da igual: es lo que hay.
            Una fuerza moral, sin embargo, vendría oportunamente. En España, con cajas y más cajas sospechosas y muy pocos “cajones” (en apariencia). Y en donde fuere (distintas razones por medio), siquiera para completar el dicho.
            Pero lo expresa nítidamente Carlos Marzal en el poema: “…para no sentir miedo de perderse, / para el delirio de apostar con fe.../ Una fuerza moral contra el destino”. Justo lo que necesitamos. La lección nunca acabada. Del poeta y de la creciente minoría de lectores. Y para todos y todo, en definitiva. Público este, ese o aquel que a diario y desde  bien temprano - cada yo con sus circunstancias –, toma conciencia de la realidad individual y colectiva y procura transformar la suerte que toca en energía vital que oponer al vacío de credibilidad y de confianza que existe, el cual - nunca se dude-,  es poderoso y entraña peligro. Mas la apuesta, aquí, ahora y siempre, es – entiendo-, por la lucidez natural de las personas, más allá de la caduca y temporal de una determinada coyuntura. El propósito es, así, que “el amor se engrandezca, sea fiel y dure” (C.M.) Y tanto como la productiva honradez de la gente y de los campos, mayoritaria y verdadera desde hace mucho tiempo. ¿Lo demás? ¿Y qué es lo demás? Reconocibles son el trigo y la cizaña, de igual manera que los números claros se distinguen de los borrosos. Junto a la fuerza moral, silos y piras harían falta, pues, con los correspondientes controles de uso. Para que, de una parte, la sociedad española, aspire, tras febrero y venideros, al florecimiento que se merece. Y que fuego, por otra, obre conforme también es menester.