martes, 31 de enero de 2012

Ante Corta Atalaya


Las cosas, igual que los seres vivos, debieran estar dotadas de sentidos. Siquiera de aquellos que les pudieran servir para identificarse en un momento dado, poner un grito en el cielo (por aquí no suelen  prestar mucha atención), o tirar una piedra sin esconder la mano. Y a buen seguro que algunos- cuerpos difíciles de distinguir, no por grandes o pequeños, sino por la poca claridad que generan-  se lo pensarían antes de meter la pata para particular provecho, al margen que tal acción pueda doler, herir e  incluso matar. Los hechos al respecto son incontables, aunque la etiqueta de noticia no cuelgue siempre en los atentados al  medio natural cometidos por el hombre
            La portada, esta vez, es la imagen actual de Corta Atalaya (Riotinto), en la Cuenca Minera de Huelva, convertida hoy por el abandono en un lago de ácidos despropósitos, y ahogándose de abajo hacia arriba, pese a esas continuadas llamadas de socorro que, desde años atrás y con eco angustiado y profundo, el famoso socavón viniera realizando. A la luz – sombra, mejor - de dicha realidad, es notorio que nada supuso para el reconocimiento de la referida mina su milenaria puesta en valor, ya fuera por la pirita, ya por los peritos e ingenieros de su historia. De nada asimismo que esta última, aliada con el resto de las disciplinas (la literatura, sobre todo, a partir de la novela de Juan Cobos Wilkins, El corazón de la tierra), regulase los latidos de Corta Atalaya  y, en consecuencia, comenzara a contribuir a la curación de las arritmias económicas que padece la zona en la que el citado monumento se ubica.
            Craso error, sin embargo, considerar que los paisajes sean insensibles, que ni vean, oigan, palpen, huelan y gusten lo que tú, yo o aquel. Porque justo nuestros sentidos son los suyos, y así como mostremos ante ellos despreocupación, ignorancia, indiferencia o maltrato nos pagarán con idénticas monedas. Corta Atalaya, Bien de Interés Cultural, bellísimo mundo lunar (nunca lunático), acaso ahora se esté revelando (o rebelando), como riguroso ejemplo. A elegir, pues, entre muerte o vida. Y no hay más opciones.

martes, 24 de enero de 2012

Rafael Prado, pianista y compositor



            La Suite “Genios de Andalucía”, del pianista y compositor de Huelva Rafael Prado, sonó el pasado fin de semana en el Auditorio de la Casa Grande de Ayamonte, con la misma pureza y brillantez que en Madrid, Sevilla, Moguer, escenarios que, con anterioridad, acogieron igualmente tan novedosa y actualizada forma de presentar un concierto, en el cual lo audiovisual sobrepasa su particular condición de parte para integrarse en el diseño un proyecto global – lo uno en lo diverso-., que cuenta con la sinergia de los diferentes lenguajes y disciplinas como base para la consecución de la expresión y comunicación deseadas
            En consecuencia, aquí, la música  toda, en la constante búsqueda y hallazgo de todo y de todos (casos, esta vez, de Juan Ramón, Picasso, Vázquez Díaz, Falla, Lorca, Alberti, Maestro Castillo, Francisco Ayala y Juan Cobos Wilkins, en sus respectivas identidades y como exponentes significativos), se ofrece no únicamente para demostrar que el arte sea verdad (que lo es), sino – muy importante-, para contribuir al renacimiento de ese mundo nuevo, necesario, más humano, que tuvo y tendrá siempre en la cultura uno de sus soportes principales.
            Diez años de trabajo, orden y perfección dedicó Rafael Prado a “Genios de Andalucía”.Es claro que, gustado y comprobado el resultado, hayamos de coincidir en la natural exquisitez que -al teclado nuestro autor-, destila ahora dicho tiempo,  anticipo de los valores que proclama y de la mucha belleza que aún el propio compositor mantiene por disponer y pautar, según pensar “con la cabeza, el corazón y las manos” (Juan Ramón Jiménez), es una tarea hartamente difícil, aunque, a juzgar también por el Andaluz Universal, supone la más segura posibilidad de tener “vida y obra completa”. De pie, pues, en su juventud; sentado ante el pentagrama de los días y con tan firme trayectoria, es indudable que Rafael Prado alcanzará, por derecho, el citado objetivo. Le avalan sólidos argumentos (tres licenciaturas en estudios musicales y un doctorado en Ciencias de la Información).Y –textos alados sus creaciones-, la honrada calidad de su espíritu.

jueves, 19 de enero de 2012

"París bien vale una misa"

Lección de anatomía

Para una piel así nunca hizo falta
ese color que cada temporada
apuesta a convertirnos en deidades
revividas al paso de los tiempos.
Nuca una piel como la suya pudo
mirar su cuerpo de otra forma, abrir
sus poros al calor de un rito
que no fuese éste de ocultar
celosamente su misterio,
hacer las abluciones oportunas
según ordena la liturgia,
escoger el aroma más preciso,
tensar al destino cada lienzo
de manera que puedan ser inscritas
todas las estrategias.
Bajo una piel como la suya
siempre queda algo:
una hebra de ilusión,
cierta tendencia agresiva,
algún camino de regreso…
Ya se sabe, los clásicos estragos
que provoca el amor cuando se marcha
y todo recuerdo se erige
templo o ruina para ese fuego
que nunca acaba de extinguirse.
De una piel como la suya
hizo el río su cauce; la mar, su fondo;
mi frente esta conciencia de sentirnos
proyectados hacia ese cielo inmenso
que igualmente es su piel…
Ante una piel como la suya
apenas sé si debo esperar nada,
negar todo o creer
más allá de esta decisión
de imprimir el poema en la memoria
de aquella tarde ya lejana
en cuya desnudez advertí cómo
sobre una piel como la suya caben
mil modos de leer y amar la vida.

miércoles, 18 de enero de 2012

En lo íntimo



En la margen de lo íntimo,
tanta fluidez aquí, río evadido,
el mito que tu luz descubre al escindirse.

En la margen de lo íntimo,
escansión del deseo, un ave,
lo vivo inexpresable de las sombras.

Y en lo íntimo, tú,
leve, indecisa todavía,
lo cotidiano que se apega al cuerpo,
sello de un beso, un simple detalle transitorio.

Que nadie podría entender
la locura de tu abstracción,
realidad del sueño y lo soñado,
decir, sin más, que te salvaste
en la margen de lo íntimo,
pasión de quien ama y destruye intensamente.

                        (De Alba imperfecta)

Mazagón:Cuesta de la Barca

martes, 17 de enero de 2012

Al sur de la memoria

Rozar tu nombre


Con qué puntualidad rozar tu nombre,
los acentos mojados, la luz sola
que dejara en los cuerpos las lluvias de septiembre.
Con qué puntualidad la desnudez,
unos trazos, lo único que, dices,
pueda cantar una paloma.
Y qué precisa la vaguedad,
quemazón de la vida cuando baja,
aire tal vez mal traducido,
que nada saben las estatuas
del ligero descanso de tu vuelo.
Con todo, lo perfecto es el silencio,
mis ojos escapando a tu hermosura,
sueño de este río que lleva
al dulce recorrido de tu asombro.

¡Bonares, pueblo mío!

¿La Generación Perdida?



            Sin interrogantes, el citado marbete continúa reservado aún para aquel grupo de escritores norteamericanos – John Dos Passos, Erza Pound, Scott Fitzgerald, Willians Faulkner, John Steinbeck, Erskine Caldwell y Ernest Hemingway, entre otros-, desplazados a Europa ( Paris, sobre todo), en la época dura y difícil que va desde la I Guerra Mundial a la Gran Depresión. Años 20, felices en occidente, si acaso, para  familias  tan acaudaladas como lo fueron, por ejemplo, los Rockefeller y Rothschild,  y también para quienes a espaldas de la famosa Ley Seca  (USA, 1919), se enriquecieron con el tráfico de alcohol. Pero nunca para el resto de una sociedad sumida entonces en el dolor producido por la emigración y la penuria.
              Ahora, con Estados Unidos de nuevo como espacio originario de la crisis económica y financiera que el mundo padece y con Paris, ciudad que por sus muchas prestaciones a la vida cultural  y política sigue, como ayer, valiendo una misa, la situación, salvando las distancias oportunas, nos retrotrae con facilidad hasta aquella época. Es variación importante, sin embargo, que el concepto de “generación perdida”, muy lejanas ya las motivaciones literarias (a Hemingway, por cierto -“You are all a lost generation”- debemos la reconocida denominación), decidiera colgar en su escaparate, hace tiempo, el cartel de “se traspasa”. Y ahí quedó la cosa. Y ahí está sin realizar, todavía, una operación que, fundados argumentos en mano, no desea nadie: Menos, la juventud actual, la más formada de todos los siglos y, paradójicamente, la más amenazada por las circunstancias. O por los famosos y misteriosos mercados. Contra natura. E inaceptable incluso para la propia lógica de la economía, porque, ¿qué sociedad alcanzó desarrollo alguna vez sin la preparación y el impulso de sus jóvenes? Quema, por lo tanto, el problema y llama a soluciones desde la buscada fuerza de la verdad, aquella que afortunadamente no es posesión exclusiva de ningún credo o ideario, ni se entrega a particularismos, sino a esfuerzos colectivos. La misma  que nunca renunciará a perder esta y ninguna juventud: siempre a ganarla.  

martes, 10 de enero de 2012

La carta devuelta


Como cada año, la había escrito ciñéndome a las bases de la convocatoria habitual remitida desde palacio, esto es, con letra clara, a doble espacio y no muy extensa, porque dicen que de otra forma a los carteros reales se les hace imposible la misión de atenderlas debidamente. Y redactada – muy importante-, con la técnica y el estilo necesarios, a saber: peldaño a peldaño en ascensión hacia la cima del texto, donde –ahí sí-, colocar la relación de los regalos deseados.
            Yo había pedido con absoluta prioridad que Ruth y José, los niños desaparecidos de Huelva, fuesen devueltos de inmediato sanos y salvos a su hogar, como manda la justicia natural, y después de un lastre, siempre excesivo, de  oscuridad e inhumanos sufrimientos.
            Una siguiente solicitud era aquella directamente orientada (lo de oriente no es casual), hacia la reducción de las tasas del paro obrero, una cifra para meter sin dilación las tijeras y, ahora que tenemos tiempo, no contar las mentiras de la canción infantil, sino las soluciones que el problema exige, buscándolas donde los dineros se concentran y relamen; nunca en las casas de los pobres, en las cuales el ángulo de los brazos de quienes las habitan (viven, no), se abrió tanto que ya no alcanzan a abrazar más precariedad y miseria.
             Por ello, antes de llegar a los Reyes, mi  misiva también rogaba las respuestas a los de más abajo, entiéndase gobernantes, estos que no ha mucho han recibido por anticipado el aluvión de votos que soñaban y a los que, por si  acaso, tal vez convenga advertir que “pan duro, mejor que ninguno” (primera verdad). Que “el zapato, aunque malo, en el pie; no en la mano” (segunda verdad). “Y si a todos cobra usted lo que a mí, ¿qué hace usted aquí?” (tercera verdad), como le espetara el estudiante al barquero.
            Finalmente, el último objeto requerido era –recuerdo-, un libro ¿Cuál? Pensé que Sus Majestades, siendo Magos y  por la experiencia acumulada, acertarían en la elección. Igual con los demás. Un libro para cada persona. Una lectura solidaria del mundo. Esto quise, quiero. Y que no me devuelvan  nunca más la carta.
           

martes, 3 de enero de 2012

Carmen en Carmen



            El poema en el poema. Ciertamente, podría interpretarse así el titular, a partir del significado etimológico de Carmen. Y dicha aproximación no hubiera inducido a equívocos, según de una mirada a otra - de Carmen Ramírez (escritora y profesora de la Universidad de Sevilla), a su personaje, Carmen (de Merimée, primero; de Bizet, después)-, haya acaso, en tierra, agua, aire y fuego, mayor sustrato lírico del  imaginable. Tal lectura, por tanto, fundamentada en el profundo y recíproco conocimiento que ambas figuras se guardan (a destacar siempre el demostrado rigor metodológico y crítico de los trabajos de investigación de Carmen Ramírez), tiene sentido. Cerca de esta, nos interesa ahora, sin embargo, la reactualización que nuestra autora hace del mito de su homónima, revisión histórica, literaria, estética, simbólica…,  pluralidad que, en torno a las condiciones de vida de la mujer de ayer y hoy, lleva a comprender (nunca a aceptar),  los “abismos del amor y el desamor, de la voluntad y sus quebrantos y de la libertad y sus esclavitudes”, como aquí se recoge.
            Carmen, novela corta (1845), y ópera (1875) - cuatro actos, e inspirada en las formas de la música española- vino a representar la introducción del realismo en el teatro. Y al propio tiempo, un ejemplo más de intertextualidad (presencia en un texto de otros textos), hecho que Carmen Ramírez nos invita a reconocer en el continuo trasvase entre lo culto y lo popular que se produce, o en las aportaciones de la pintura, la fotografía, el cine…, una traslatio evidente y abierta.
            Pero en el fondo – y como fondo-, tal vez la imagen más sobrecogedora del estudio de referencia, y ante la realidad nacional del siglo.XIX, “incómoda para una España que fuera de oro y que debía claudicar ante la modernidad”, sea la de esa bailaora de la muerte  “en el umbral de la plena oscuridad, la que nace en la íntima y precaria identidad del ser”.
            ¿Qué Carmen para el siglo XXI? ¿Convergen pasado y presente?. Duele  pensarlo. Aunque arte y salvación se identifiquen.