A
curar las heridas del invierno. En verano, a esto va la gente a la playa, al
campo. Justo, necesario, normal Posible también cuando la propia naturaleza
mantiene abiertas con carácter permanente ofertas de todo tipo y al alcance de
cualquier bolsillo. Lo que sucede, por ejemplo, en Huelva, una provincia en la
que, sin solución de continuidad los espacios y tiempos se sobreponen a sí
mismos para dar lo mejor que tienen, que es mucho. Ello, y aun sobre el enorme potencial
que atesoran, no les excluye, sin embargo, del cansancio, del dolor o de la
saturación a la que, con frecuencia, se ven sometidos en su relación con el
hombre.
En
consecuencia, a sanar las heridas del verano claman ahora los referidos y pisados
(pisoteados sin pudor las más de las ocasiones) lugares de aquí y de allá para
los cuales, y porque la edad no resulta indiferente a nada ni a nadie, el
cómputo de los años cuenta igualmente. El toque de llamada desde los citados es,
según suena y se oye, clarísimo. Tanto como, en razón de un interés compartido,
han de ser las respuestas de las personas y de las instituciones, pues tampoco
la responsabilidad admite la categoría de exento. Los momentos, así, para las
actuaciones de regeneración previstas (en el litoral las mayores incidencias), son
los que son y además conviene aprovecharlos, que un año no únicamente pasa rápido, sino que, además, en él ocurren muchas
cosas.
Con
todo, hoy, a finales de septiembre y desde este repecho estacional recién
abierto, una guía turística que se precie no debe dudar en orientar al
visitante hacia la Sierra
de Huelva, ya dispuesta en El otoño de
las rosas (¡qué impecable aquel libro de Brines!), como en las esencias de
sus aguas, piedras, misterio, colores...Tonos, notas, en definitiva, que la
verdad o bondad desprenden a poco que,
sin resistencia alguna, solo con extender la mirada comencemos la lectura del
poema que allí de continuo se crea,
recrea. Lo uno en lo diverso, de C. Guillén. Lo real maravilloso, de A. Carpentier. O Eternidades, de Juan Ramón. Cotas de belleza muy
altas. Siempre.