Beben y beben y vuelven a beber.
E igual con la comida. Y en menos que canta un gallo, un pavo, o lo que sea con
tal de no desaprovechar un segundo, un movimiento que combine la acción de
tragar con el ejercicio del brazo, de la mano, que posibilitan esa gimnasia
única en las noches que ahora transcurren -de lo bueno a lo nuevo-, entre el
engullido de canapés solitarios de cenas anteriores y fuentes intactas de caña
de lomo que también quedaron pendientes. Esto, sin menosprecio de lo que asimismo
compone y completa, en las fechas que rigen, el relieve de la mesa: una sopa de
pescado, un pastel de salmón o de cabracho, los langostinos y gambas que siempre sabrán a poco, el oportuno
redondo de carne, los correspondientes sorbetes de limón, la macedonia de
frutas y las cuatro o cinco tartas de elaboración casera con recetas de la abuela o de la thermomix. Ahí es nada. Para
reventar. Y tan felices. Ellos y ellas.
Crueldad de cuerpos para apetitos amenazantes. La gula, en definitiva, que es
palabra muy traicionera, a la cabeza de la clasificación de los pecados
capitales; pero no importa, pues para eso vendrán luego el trabajo del
endocrino y la prestancia de las marchas a paso rápido y de la bicicleta fija,
las cuales harán lo posible para
devolvernos la figura de los efebos
o sílfides que somos o nos creemos,
dentro de la amplia gama de la tipología nacional masculina y femenina. Y, por
supuesto, ni hablar de otra solución alternativa, porque dicho rescate supone mentar la bicha de la
crisis y además suele producir gravosos efectos secundarios que afectan al
corazón, la víscera principal que, por ejemplo, los egipcios, con conocimiento
de causa, dejaban en el interior de la momia como centro necesario al cuerpo
para vivir la eternidad. Y de llegar hasta la citada se trata, no se olvide.
Detalle importante y recomendable, por cierto -todavía el mantel por retirar-,
es probar el trozo de tarde humedecida o las diversas emociones que
habitualmente se sirven – y comparten-, al vuelo de un cálido ambiente
familiar, visión entonces más relativa de los propios manjares y del mundo. Lo
verdadero. Y gustoso.
sábado, 29 de diciembre de 2012
martes, 18 de diciembre de 2012
Los Reyes, de Huelva
No ha descubierto nada Benedicto XVI en El nacimiento de Jesús, su reciente libro, al señalar Tartessos como posible lugar de procedencia de los
Magos que acudieron a Belén para adorar al Niñodiós. De hecho, y sobre las mismas
referencias tomadas de la Biblia por el Papa (Isaías, 60, 9: “Sí, los barcos para mí se congregan, y al frente de
ellos, los navíos de Tarsis, para traer de lejos a tus hijos, con su plata y su
oro…”; Salmos 72,10: “los reyes de Tarsis y las islas le traerán presentes…”),
se llegó a escribir, años atrás y con igual sentido, en la prensa onubense,
según nos consta. Lo que ni resta actualidad ni tampoco reduce el valor de las
consideraciones del sumo pontífice; todo lo contrario: viene muy bien ahora que
acerca de Tartessos (reino ubicado para la mayoría de los historiadores en el
triángulo que forman las provincias de Huelva, Sevilla y Cádiz), una voz reconocida y autorizada como la del Papa se
exprese en los términos que lo hace. De entrada, ya ha logrado publicitar de la mejor manera y
en todo el mundo los nombres de las tres provincias mencionadas, una realidad
difícil de conseguir con medios ordinarios. Menos baladí, pues, cualquier otro
solvente calificativo, en grado acorde a las excelencias de una geografía, la
cual, de nacimiento también, cuenta en sus entrañas físicas y espirituales con
oro, incienso y mirra que ofrecer como entonces. Al hilo, además, de los
acontecimientos religiosos que en estas líneas y fechas se recuerdan, pensar
que Huelva, Sevilla y Cádiz tuvieran
acceso a una audiencia del calibre que se le atribuye es creer con criterio que
aquí se esté llamando desde hace siglos,
acaso en sintonía con el Portal y con las intenciones más dignas y rentables. En
Navidad, por tanto, y siempre, apuesta obligada ha de ser preparar las respuestas
adecuadas, disponer de las estructuras precisas, ofertar, porque cabe, lo de la
tierra y el cielo No actuar de este modo
- ¡una pena!-, seguramente limite y conduzca el calendario futuro solo al Día
de los Inocentes.
martes, 11 de diciembre de 2012
Ángeles Márquez
Sus
viajes, en Navidad, a La
Moncloa y Francia con “Alegría”, el coro de música popular que
fundara y al que pertenece, o la creación en Santa Olalla del Cala (pueblo natal y de residencia), del Museo de
Artes y Costumbres, junto a las Memorias
de una andaluza en el mundo rural, son únicamente gestos, detalles, flecos de
un amplio y hondo proyecto personal, el cual, puesto en observación – y merece
la pena contemplarlo-, se corresponde sin duda con el de una mujer pertrechada
para el siglo actual, de acuerdo con la relación que ella misma establece entre
obra y vida, ser humano y naturaleza. En suma, una simultaneidad y engarce de
fuerzas, de compromisos sociales y culturales sin otra deseada solución que la
buscada por nuestra protagonista: un modelo de convivencia en el que, aun
aceptando el relativismo de lo bueno y lo malo, cualquier fórmula de progreso encuentre
fundamento en la generosidad y el respeto de las libertades individuales y
colectivas. Lo exterior, por tanto, lo es o debe ser siempre para Ángeles Márquez por su vinculación a lo
interior, espacio de silencio que es para sí refugio de sufrimientos y
esperanzas, pero también, y en consecuencia, taller donde fabricar a diario las
estructuras que le permiten plantear con tanta seguridad y aplomo esas
ilusiones y respuestas (más dulces ambas que sus propios pestiños), ofrecidas como
realidades nunca utópicas. Y necesarias.
Configuran,
pues, de algún modo el texto y el contexto de Angelita (nombre familiar), un contemporáneo perfil de identidad
femenina sito en (no ante) los tiempos que corren, ángel polifacético por fortuna
muy distante y distinto de aquel con mensaje ya sobrevolado y sin misterio, que
obligó a la mujer, durante milenios, a la supeditación física y emocional de
hombres e hijos, tal como se entendía y
aceptaba que dicha relegación formaba parte de su condición natural. Nada que
ver con las nuevas anunciadas por la enviada de referencia. No exentas,
ciertamente, de dificultades. Aunque de lectura clara y plena. Como lo es Angelita:
sin edad.
martes, 4 de diciembre de 2012
En diciembre, helados.
Es comentario de hace días en una
tertulia de café: La crisis actual tiene
mucho de psicológica…Y acaso disponga de fundamento tal aserto, con
justificación asociada a la enorme
influencia de la situación económico-social, la cual conduce de manera
inevitable al rastreo de las interpretaciones más diversas, siendo además preciso que cada ser humano, como decía Francisco Ayala, “necesite poseer una comprensión de su ambiente
histórico…Conocer nuestro mundo especialmente caótico para no sentirnos en él
ni desconcertados, ni perjudicados, ni abrumados por la magnitud y la
complejidad de sus dificultades ni abandonados y flotando a la deriva como
náufragos”. Incuestionable visión –pienso-, y válida igual para los tertulianos
de referencia que para quienes, por ejemplo, hacen colas casi kilométricas ante
las puertas de populares administraciones de lotería, sin olvidar tampoco el
espacio que la citada reflexión debiera ocupar también en las carteras de
presidentes, ministros, consejeros y restantes cargos públicos y privados que,
a diario, tienen la obligación de dirigir con eficacia este país, algo o
bastante echado en falta.
Porque,
en general, la ciudadanía cree que para todas las crisis haya salidas. Otro
asunto es, sin embargo, que se dude acerca de cuándo, cómo y con cuáles recetas
adecuadas resolverlas según y conforme cada caso, casa, pueblo o nación. Siempre
con los mayores soportes (los psicológicos entre los posibles), que puedan
activarse; sobre avances cualitativos y cuantitativos justos por naturales en
la evolución humana. E inexcusable convencimiento
de causa. Aquí y en Pekín. Lo contrario ya se ve a qué estados límites,
encrucijadas e incertidumbres está llevando. Demasiado desasosiego, en suma:
una carga particular y colectiva no merecida y difícil de sostener. Tal vez la Educación (que incluye
en sus planes a la propia psicología), esté reclamando ahora más que nunca el
rol que le corresponde en la
interpretación del mundo, “los niños de casero” al lado de los del banquero,
sin apenas diferencias. Y ninguno ni nadie con las manos arrecidas…Este
diciembre o cualquier mes.
miércoles, 28 de noviembre de 2012
martes, 27 de noviembre de 2012
El Maestro
Aulas, pupitres, mesas, globo
terráqueo, mapas…Y, sobre todo, escolares. Y ante todo, la figura del maestro,
que ya no es el “anciano mal vestido, enjuto y seco”, del Recuerdo infantil de Antonio Machado, como tampoco, al eco del
mismo poema, hace cantar a sus alumnos aquello de “mil veces ciento, cien mil;
/ mil veces mil, un millón”, porque su voz es otra, igual que son distintos los
métodos pedagógicos utilizados y los recursos correspondientes. Cosas de la
evolución, momentos históricos que vinieron a traernos desde el referido pasado
hasta este hoy en el cual converge y que está repleto (se supone) de argumentos
actualizados para explicar y entender el mundo: la vida y el color de cada
reino; la prosa y el verso en las disciplinas, o la pasión, siempre primordial
para apetecer, descubrir y ganar los días.
Contemporaneidad,
en suma, por la que los sistemas educativos, en general, apuntan de modo
diferente –cierto- hacia la consecución de las competencias básicas necesarias
y relacionadas con la comunicación lingüística, el razonamiento matemático, la
interacción con el medio físico y natural, las nuevas tecnologías, la formación
cívica, los valores culturales y artísticos, las actitudes para continuar
aprendiendo y la autonomía e iniciativa personal, pero –muy importante- sin que,
apreciando tal conjunto, de ninguna manera o circunstancia se le reste valor (ocurre con frecuencia y
así desluce) al sentido profundo o a la labor nunca vacilante del maestro, cuyo
significado proviene del término latino magister, derivado de magis, que significa más. No se olvide.
En
una sociedad aquejada, según es fácil ver, de sombras crecientes por su
complejidad y difíciles de aclarar, la figura del maestro encuentra, si cabe,
mayor fundamento. Y no porque continúe vigente su capacidad para orientar el
futuro, sino también por la alta rentabilidad la propia docencia ofrece.
“Educad a los niños –decía Pitágoras- y no será preciso castigar a los hombres”.
O desde esta fuerte pero válida rotundidad: “Si usted cree que la educación es
cara, pruebe con la ignorancia (Derek Bok).” Dicho queda.
martes, 20 de noviembre de 2012
De Baeza y Huelva
Que no exista música alguna producida por instrumentos comparable a la que
resulta de las voces de los hombres (Willians
Byrd), es tan verdadero como aquello que a su paso ofrece siempre cada día.
Doble y acentuada realidad a poco que haya predisposición y correspondencia
desde “la voz a ti debida” propia hacia la ajena y sus hechos. Fue con
seguridad lo que ocurrió en Baeza, una semana atrás, a media tarde, y cuando
sensibles a la armonía de los nombres, los grupos de la citada ciudad jiennense
y de Huelva se dieron la mano, el pan y la palabra hasta hacer reducir más y
más la distancia física que la geografía señala entre una provincia y otra.
Emotivo, un regalo. O la prueba fehaciente de lo mucho que el “yo, aquí, ahora”
es capaz de conseguir y no por la sola conciencia de la materia que nos constituye
(¡qué a gusto gira el mundo entonces!), sino esencialmente por poderla
compartir con absoluta libertad con quienes queremos. Encuentra de este modo
explicación la improvisada tertulia en el sencillo restaurante Da Vinci (frente
al ayuntamiento local), la luz con el
tiempo dentro también, y que todavía alumbra según la claridad es un don
derivado de la honradez humana. La que demostraron tener los jóvenes de Baeza sobre
sus interpretaciones clásicas y populares, ya en recuerdo de Haendel (El Mesías), ya de Antonio
Machado (Cantares), por destacar
detalles del repertorio seleccionado, y para la atenta representación de
Huelva. Un lujo.
Pero
acaso dicha reunión no fuera casual; ni tampoco parte de un sueño, que aun
siendo como somos hay llamadas con eco muy superior al del vacío: soles por encima
de cualquier noche; partituras revelando de continuo la grandeza de la vida.
Como supieron poner de manifiesto los aludidos componentes de la Coral Polifónica de Baeza, cuyos acordes nunca dejarán
de sonar. Allí, en Huelva o donde se precise. Procuraron el texto alado y lo
tienen; la amistad y les fue entregada. Que así sea, de unos a otros, y en
todos los aconteceres cotidianos.
martes, 13 de noviembre de 2012
En tierra extraña
Muchos jóvenes
españoles están allá. Esta vez, los mejores, los más cualificados conforme a la
formación individual que adquirieron, los imprescindibles ahora y siempre y
para que el país propio, en un derecho que le asiste, pueda fortalecer sus
estructuras, las económicas y las otras. Y de esta suerte, salir adelante.
Refuerza además dicha necesidad la misma concepción de la justicia. Ya sea porque “cada ser humano pertenece a unos
espacios.” (M.A.Vázquez Medel: La urdimbre y la trama, 2005: 37), ya según
el “emplazado”, con conciencia de sus lugares y tiempos, se sienta comprometido
a dar igualmente respuesta adecuada a las mencionadas pertenencias. Visto en
una gráfica, aquella relación biunívoca que se estudiaba en la escuela primaria.
Fácil de trazar; también lógica, aunque hoy resulte imposible dibujarla sobre el mapa de España, por culpa de tanto
desacuerdo y desatino, qué pena.
El caso es que, cercanas las fiestas navideñas, nos tememos
que el brindis ritual, seguramente sin el vino español de la copla y con
inevitable suspiro, lo realice de nuevo gente nuestra en tierra extraña. Cosas
que pasan, como en el conocido poema de José
Larralde. O la prevalencia de todo lo impuesto bien sabemos por quiénes y desde
cuándo, pero no hasta dónde, cuyos efectos tampoco se corresponden con la buena
voluntad y capacidad de sacrificio que la población española, en general, está
demostrando. Aun así, en ausencia incluso de señales positivas, y hasta con Mas por menos con tintes de mesías
(¡qué descaro!), la idea ha de orientarse hacia el encuentro de lo grande
recogido que ofrece la confianza. La individual y la colectiva. Y en actitud de
renovado nacimiento. Será por este discurso que el cielo de la Unión Europea reconozca a la
estrella española su condición Y en exacta medida. Son siglos de historia
común, de experiencias compartidas. Nos debemos, pues, a una geografía física y
temporal labrada. Que los frutos, en
consecuencia, se repartan con mejor fortuna. Y con los jóvenes dentro, en casa.
martes, 6 de noviembre de 2012
De película
The end. O Fin. Mas no
abandonen, por favor, sus butacas, que estamos en sesión continua y acaso
convenga rever el detalle, la secuencia e incluso la película toda. Con sumo
interés también, recrearse en la banda sonora, pues a parecida altura están lo
visual y lo acústico hacia aquella dimensión singular que representa el cine y
que es – no lo olvidemos-, un mundo.
El
otoño, además, tras el cálido pero insidioso acompañamiento del verano, es una
estación propicia, sus ráfagas ahora
orientadas adentro, de modo igual que cuerpo y espíritu, recién arropados, piden,
necesitan este tiempo para acceder al interior de sí y de las cosas.
En
tal sentido, a tener muy en cuenta que el cine, posiblemente el arte más capaz de
llegar con prontitud a la conciencia y a los sentimientos humanos, resulte ser alternativa
válida, espacio siempre adecuado. Shakespeare
(1564-1616), ya consideraba que “estamos hechos del mismo material que los
sueños”, una verdad que la propia del cine registró luego, puso en evidencia.
Huelva,
pionera en la acogida al séptimo arte (cinematógrafos
Yoli -primero de su clase en España-.
instalado en el Teatro Colón (1896); Édison,
en el Círculo Mercantil (1898); Lumiere, exhibido en 1900 en la calle Zafra), bien puede
ahondar en lo dicho anteriormente. En noviembre con mayor justificación, si
cabe. Porque en breve, con motivo de la celebración del Festival de Cine
Iberoamericano (18-24 del actual), arribará de nuevo a la capital onubense aquel
nutrido y acostumbrado elenco compuesto por productores, guionistas,
directores, actores…, y con doble misión: ofrecer una cartelera diversa,
procedente en esta ocasión de veintidós países (Argentina, España, Brasil y México,
con mayor número de títulos inscritos).Y
compartir protagonismo con el público,
el cual, con 38 ediciones de su Festival contabilizadas, sabe lo que quiere. Importante:
en el reparto (de pantalla y fuera de ella) queda a probar, sin exclusiones ni
límites (contemplado en el precio de la entrada), el goce. Lo real, lo
imaginado. Por esto la invitación es a permanecer en la sala ¡La vida es de
película!
martes, 30 de octubre de 2012
Niebla, al primer sol
Y también al último, cuando el dorado
de su pasado, que constituye la gran parte de su peso, invita a contemplarla no
como ruina lírica, sino en lo que sus nombres (Ilípula, Ilipla, Elepla,
Lebla, Niebla, desde la cultura tartésica a la castellana), dejan traducir
de viejos y nuevos sueños en permanente proyección, igual que la vida Porque es verdad que después de los siglos allí
concentrados, y aunque en la otra margen de nuestra mirada el paso del tiempo
haya silueteado la forma y el fondo de un abismo, al no haber existido nunca el
olvido tampoco hay separación, distancia que pudiera impedir que Niebla se
sitúe ante nosotros como una fascinante
realidad.
Con
horizonte, pues, cercano se encamina el presente texto hacia los lienzos amurallados
de aquella ciudad, y ahora, en momentos oportunos, vísperas de días grandes,
Todos los Santos y los que no lo son adentro y afuera del citado recinto para
celebrar la Feria,
considerada entre las más antiguas de esta provincia, de Andalucía, de España.
De
niño, este observador, a cuesta ya con los primeros fríos, pero en el calor
familiar, siempre acudía a la
Feria de Niebla, toque de llamada a la Campiña de Huelva, acaso
realizado por algún moacín, arriba del alminar de la mezquita (reconvertida con
posterioridad en la iglesia gótico-mudéjar de Ntra. Sra. de la Granada), cuyo mensaje
“iba a misa”. No era de recibo, por eso, distraerse. O de cometer el pecado
mortal de no pisar el real, entre
tanto ganado caballar, mular y asnal indiferente y con poco o mucho interés por
las circunstancias de cada trato. Se agradecía además, aparte la claridad del
cielo, que dicha visita inicial se resolviese en plazo breve, porque siendo
noviembre un mes proclive a apagar las luces muy pronto, era asimismo necesario
ritual entrar en la ciudad, traspasar las puertas de su historia, indagar, si
fuera posible, en el sentido de cuantas experiencias en Niebla tuvieron lugar y
en menesterosa búsqueda hacia adelante. “Los frutos –dice el poema- se
completan encendiendo /el gusto y las manos que los solicitan”. Bien lo
aprendieron en Niebla, donde la edad, lejos de despojar, acumuló tesoros.
martes, 23 de octubre de 2012
En hora cambiada
Por no enloquecer, o porque la
vida pudiera apagársele (¡ay, los latidos del corazón!), solicitaba Roberto Cantoral que El Reloj, título también de su afamado
bolero, detuviese su camino. Pero eso era antes, cuando a la música y al propio
tic-tac de la máquina en cuestión únicamente se les exigía una melodía cálida,
agradable, fondo de ambiente adecuado que acompañara en cada momento. Ahora no,
reglas actuales de un juego basado de modo exclusivo en la economía, por las
cuales el mismo reloj, tan pronto octubre anuncie su adiós, va a tener que
jurar o prometer cumplir de nuevo las obligaciones de su cargo, manecillas
adelante o atrás ajustadas al ritmo que conviene, según dicen los expertos.
Pero
el mundo, en general, interpreta la sucesión de los días de manera muy distinta.
Y distante de aquella observación científica relacionada con el ahorro de
energía. Veamos: en cierta ocasión preguntaron a una persona ruda de estos
lares por qué el mar, con frecuencia calculada bajaba y subía. La respuesta,
rápida y contundente, no se hizo esperar: <porque no tiene más cajones>
(donde la vocal a, léase la que mejor
proceda). Y sin más, porque no era contexto que admitiera explicaciones,
Poco parecido a lo que
la gente, hoy, diera en responder si fuese interrogada, por ejemplo, sobre las
oscilaciones de la prima de riesgo, y -esto sí-, frente a la naturalidad del
anterior, con segura, tensa y triste
cara de circunstancia, derivada de una difícil situación financiera particular.
Lo del próximo cambio horario, por tanto, se queda en preocupación menor. Mayor
diligencia habría, pues, al contestar acerca de los vaivenes vinculados con la
citada prima, entre los que –archiconocidos- caben las desmesuras de la banca,
de muchas administraciones públicas y privadas, y las injustas desigualdades
que distinguen y señalan: hombre rico-
hombre pobre de ninguna serie de televisión Y en hora cambiada siempre. O
paso. Quizás, las dos cosas a un tiempo.
En definitiva, crisis, lío. Nada, por supuesto, que achacar al amor o a los
relojes. Los de palacio y los de casa.
martes, 16 de octubre de 2012
Pablo García Baena
Que octubre sea pebetero de importantes
premios literarios nadie lo pone en duda, del Nobel sobre todo -este año, concedido al creador chino Mo Yan-,
cuyo relumbrón ilumina al mundo. Lógico, propio, normal. Y así por los siglos
de los siglos, con nómina que incluye a cinco escritores españoles: José de Echegaray (1904), Jacinto Benavente (1922), Juan Ramón Jiménez (1956), Vicente Aleixandre (1977) y Camilo José Cela (1988); aparte, Santiago Ramón y Cajal (1906) y Severo Ochoa (1959), quienes igualmente alcanzaron dicho
galardón, aunque en la rama de la medicina
De
ámbito internacional es asimismo el Federico
García Lorca. Ciudad de Granada, con
los nombres de Ángel González, José Emilio Pacheco, Blanca Varela, Francisco Brines, Tomás
Segovia, José Manuel Caballero
Bonald, María Victoria Atencia y
Fina García Marruz en su
trayectoria, una prestigiosa relación a la que acaba de sumarse Pablo García Baena, distinguido en esta
novena edición del mencionado certamen por el “lujo verbal” y la “perfecta
adecuación de la palabra y el
sentimiento” en su obra.
Poco
o mucho más que decir del reconocimiento al poeta cordobés, una acertada
decisión que nos alegra. Doblemente: ya por la gozosa realidad de sus libros (la
lectura es única e imprescindible vía para el conocimiento de un autor), ya por
la comunicación personal con aquél (otro lujo y perfecta adecuación), y con las
motivaciones principales del grupo
“Cántico”, Juan Ramón, los amigos comunes, y la tierra compartida (Moguer). La
publicación de Como el agua en la yedra.
Antología esencial (Ed. Cuadernos Literarios La Placeta, número 4.
Fundación El Monte, Huelva 1998), vino a significar también un nuevo punto de
encuentro, una sencilla arquitectura que fue y es para poemas seleccionados de Rumor oculto, Mientras cantan los pájaros, Antiguo
Muchacho, Junio, Óleo, Almoneda, Antes que el tiempo
acabe y Fieles guirnaldas fugitivas.
Brillante ramillete (en Pablo García Baena no cabría ofrecimiento distinto).
Misión, invocación, poética: “Y que a mis versos caigan/ heridas las
estrellas”.
martes, 9 de octubre de 2012
Abuela Conchita (In Memoriam).
Asomada de nuevo a este porche de
los días, no parece sino que, contra la moda de morir, hubiese apostado desde
siempre por la eternidad. Lo que, sin duda, es un acierto, un logro, pero
también un merecimiento, pues hay historias personales con tanto por decir que
necesitan el tiempo entero La de Abuela Conchita (Concepción Amelia Francisca
Garrote; La Habana,
4/10/1923), así parece justificarlo, según el amor por su isla natal se vio ligado muy pronto a escenarios
y episodios reconocidísimos, relacionados
de forma directa con el proceso de la Revolución Cubana,
previos, protagonistas principales y
consecuencias incluidos.
La
síntesis y explicación de aquellos hechos, ya con una perspectiva temporal
suficiente, acaso resulten fáciles. Y en medida ajustada a una gran capacidad
de comprensión, incluso para la testigo de referencia, una joven acomodada, que
siente cómo de la noche a la mañana (1/1/1959), el patrimonio familiar queda
reducido a una simple cántara de leche (“la ración correspondiente a dicha jornada”,
conforme le espetaron a su padre).
Alguna
rendija habrá, sin embargo, entre la soledad y el mundo, al alcance de cuantos
deseen usarla, siquiera para comprobar una y otra vez que cada experiencia
vital dispone de un ángulo propio, un plus ultra imposible de expropiar, en el
cual continuar creciendo con todas las esperanzas (humanas y divinas), que para
eso el mismo amor, junto al oficio natural de entregarse, aprendió igualmente a
invertir en bonos de infinito para cuando fuese menester. De tal renta disfruta
ahora Abuela Conchita, con belleza, porte y elegancia insuperables (“quien tuvo,
retuvo”), más altura en cada cota de su personalidad que en cualquiera de las
marcadas por las circunstancias que llegaron a envolverla.
Y
a mayor nivel, más pureza, lealtad de miras, transparencia, todo cuanto el río
lleva, además del agua, al encuentro de sus afluentes: Roberto, Gustavo (+) y
Víctor (hijos); Amalia (nuera); Víctor y Patricia (nietos).¿Qué otro mejor
capital?
martes, 2 de octubre de 2012
Felipe Chaparro, músico
Igual
que en su proceso de formación musical eligiera inicialmente la trompa (Grado Profesional
en Conservatorio de Huelva, 2010), hizo también suya la guitarra, con la cual
bien pudo –puede- adentrarse en los caminos del blues, jazz, rock and roll, salsa,
tango, o música clásica, porque cualidades y calidades no le faltan para
destacar en cualquiera de dichos espacios. Prefirió, sin embargo, el flamenco.
Y en dicho arte está, perfectamente asentado sobre una sólida base en la que
son cartas de presentación los títulos (Magisterio en Educación Musical; Grado Profesional
de Guitarra Flamenca. Conservatorio de Huelva, 2011; Estudios Superiores de Musicología
y Guitarra Flamenca en Conservatorios de Sevilla y Córdoba, respectivamente) y un
profesorado de prestigio (Niño de Pura Manolo
Franco…) del que recibe enseñanza. Ello, sin contar los trabajos habituales en Bonares,
su pueblo, ya en Escuela de Música, ya en el coro parroquial, coordinados con
aquellos otros de composición, dirección, arreglos y grabación. Un completo
perfil, pues, según se lee y mejor suena
Y
es que la fuente, esa que nace, “mana y corre/ aunque es de noche” en la
inspiración poética de San Juan de la
Cruz, es con seguridad la misma que nutre la vocación,
técnica y virtuosismo de Felipe Chaparro
(25 años), artista de profundo caudal, cuyas aguas, por ley natural, habrán de
llevarle muy lejos. Al tiempo. Y, además, en sus horas más fluidas y fecundas,
las que con idénticas vibraciones viajaron con el instrumento de cuerda citado
desde oriente a occidente para construir en Andalucía la belleza que el
flamenco atesora y ofrece; las que, en
palabras de García Lorca, hicieron de “la Bética una isla de cultura”;
las que, finalmente, y para confirmar tal calado, desde el Poema del Cante Jondo (1921; ed. Ulises, 1931) del propio Federico,
eternizaron el llanto de la guitarra (…”Es inútil callarla./ Es imposible
callarla”.). Un hecho, un suceso, pero no frecuente. Y siempre gozoso Acaso el más
deseable entre lo soñado, imaginado
sentido. Para el músico (Felipe Chaparro), y para su auditorio: “Empieza el
llanto/ de la guitarra/…Es inútil callarla /es imposible callarla…”.
martes, 25 de septiembre de 2012
Huelva en otoño
A
curar las heridas del invierno. En verano, a esto va la gente a la playa, al
campo. Justo, necesario, normal Posible también cuando la propia naturaleza
mantiene abiertas con carácter permanente ofertas de todo tipo y al alcance de
cualquier bolsillo. Lo que sucede, por ejemplo, en Huelva, una provincia en la
que, sin solución de continuidad los espacios y tiempos se sobreponen a sí
mismos para dar lo mejor que tienen, que es mucho. Ello, y aun sobre el enorme potencial
que atesoran, no les excluye, sin embargo, del cansancio, del dolor o de la
saturación a la que, con frecuencia, se ven sometidos en su relación con el
hombre.
En
consecuencia, a sanar las heridas del verano claman ahora los referidos y pisados
(pisoteados sin pudor las más de las ocasiones) lugares de aquí y de allá para
los cuales, y porque la edad no resulta indiferente a nada ni a nadie, el
cómputo de los años cuenta igualmente. El toque de llamada desde los citados es,
según suena y se oye, clarísimo. Tanto como, en razón de un interés compartido,
han de ser las respuestas de las personas y de las instituciones, pues tampoco
la responsabilidad admite la categoría de exento. Los momentos, así, para las
actuaciones de regeneración previstas (en el litoral las mayores incidencias), son
los que son y además conviene aprovecharlos, que un año no únicamente pasa rápido, sino que, además, en él ocurren muchas
cosas.
Con
todo, hoy, a finales de septiembre y desde este repecho estacional recién
abierto, una guía turística que se precie no debe dudar en orientar al
visitante hacia la Sierra
de Huelva, ya dispuesta en El otoño de
las rosas (¡qué impecable aquel libro de Brines!), como en las esencias de
sus aguas, piedras, misterio, colores...Tonos, notas, en definitiva, que la
verdad o bondad desprenden a poco que,
sin resistencia alguna, solo con extender la mirada comencemos la lectura del
poema que allí de continuo se crea,
recrea. Lo uno en lo diverso, de C. Guillén. Lo real maravilloso, de A. Carpentier. O Eternidades, de Juan Ramón. Cotas de belleza muy
altas. Siempre.
martes, 18 de septiembre de 2012
Risoterapia en Mazagón
La
iniciativa (un Taller de Risoterapia), sus responsables (José Luis Gallardo
Extojo, director; Alba Sanz Sabido, coordinadora), y Mazagón se dieron muy
pronto el sí, tan grande como era y es la necesidad de cambiar tendencias,
estados físicos y anímicos, titulares en el mundo próximo y lejano, el cual,
sin que alguna vez fuera de risa, viene mostrando cara, desde hace cuatro años,
de honda y agobiante preocupación.
Las
personas, sin embargo, aunque desnudas e indefensas frente al grito o el engaño
(para dar y repartir hay de ambos en cualquier tiempo y circunstancia), están
llamadas por naturaleza a sustentarse de sus vidas propias. Y vinculados a las
mismas, también los espacios suelen reivindicar su ser y estar, es decir, la condición
de generoso dominio ante ninguna ausencia; al contrario: para aquellos ojos
capaces de ganar en expectación y credulidad sobre esa oferta que el paisaje propone,
de manera especial una playa como la
citada, donde la luz jamás dio síntomas de cansancio, tristeza o rendición.
Por
todo ello, la risa, de efectos sanadores sobradamente reconocidos (dicen que un
corazón alegre es como una buena medicina, pero que un espíritu deprimido seca
los huesos), no podía sino unirse al contexto establecido y como protagonista
principal, activadas de inmediato las más simpáticas emociones, posibilidades
de estimulación y funciones favorables que la risa aporta contra las toxinas
que osen interferir en la búsqueda de la felicidad. A propósito, una figura
universalmente famosa como es Erasmo de Rótterdam ya apuntaba con criterio y
verdadero sentido del humor que “reírse de todo es cosa de tontos, pero no
reírse de nada es de estúpidos”. No con menor aplomo, desde una lectura
distinta y con conciencia, además, del
mayor efecto positivo que produce la suma
bondad más belleza, hace una apuesta similar el chileno Pablo Neruda en el poema
titulado “Tu risa” (de Los versos del
Capitán), con estrofa final cantada como ejemplo: niégame el pan, el aire/
la luz, la primavera / pero tu risa nunca/, porque me moriría.
martes, 11 de septiembre de 2012
11-S, once años
Hoy es 11-S, once años después
del ataque terrorista contra las Torres Gemelas (Nueva York) y El Pentágono
(Washington). Punto. Aparte o seguido (da igual), y sin que la mirada atrás
pueda significar la conversión en estatua de sal, como le ocurriera a la mujer de Lot, el color del incendio de
aquel pasado, lejos de cualquier evocación poética, guarda a todas luces con el
presente la intensidad de su sombra. A la distancia, ya suficiente, que separa
la citada fecha con la actual, procede tal vez remitirnos, siquiera para asentar
unas mínimas bases argumentales. O la posibilidad también de una serena reflexión.
Y
es que poco o nada ha cambiado en esencia la situación mundial con respecto a la de
entonces, con una progresiva (agresiva, igualmente) escisión entre países ricos
y pobres y sin que los dineros de los primeros hayan acudido jamás con
generosidad al “rescate” de los segundos. En consecuencia, los especuladores
siguen campando a sus anchas por los terrenos que les son literalmente propios
y que, por experiencia, manipulan y explotan como nadie. Y es cierto que la
historia general, apegada a la de sus protagonistas, está sujeta a procesos de
aceleración, aunque no al extremado ritmo que los menos tratan de imprimirle a
los más, con los desajustes correspondientes y que asimismo saltan a la vista,
África o buena parte de Asia como ejemplos. En la radical preeminencia de un
reducido número de países (con Estados Unidos a la cabeza), cabe, pues, la explicación (¡nunca la justificación!) del
fenómeno terrorista y de sus execrables hechos.
Conclusión
parcial: el 11-S, tras el cual vinieron el 11-M y otros atentados y siglas de
idénticas magnitudes (la invulnerabilidad no existe), acaso pueda (o deba) servir
para que se ponga remedio a una de más graves enfermedades que la sociedad padece:
el miedo (con o sin Bin Laden) .
Y
total: la solución del problema es responsabilidad ineludible de quienes disponen
del pan y la palabra. No obstante, naciones, pueblos y personas tendrían que asumir que se es grande no porque los demás
resulten innecesarios; al revés: en la humildad y la solidaridad se encuentran
las razones del verdadero liderazgo.
martes, 4 de septiembre de 2012
En septiembre
Ya estamos en septiembre, el mes
de la primavera al revés (crecen las noches, menguan los días), de las eras
vacías, de las cosechas recogidas; tan arbitrario en su comportamiento (o seca
las fuentes o se lleva los puentes) como festero; tan de vistosos y ricos
frutos (uvas, naranjas manzanas...) como de los estigmatizados negativamente, la
calabaza, por ejemplo, de significaciones, acaso, que no requieren explicación.
Mes, por otra parte, de honda carga romántica (“cuando llegue septiembre, todo
será maravilloso”) para la música, el cine, la literatura. Una joya, pues, este
tiempo de creación y creadores, de menor consideración y nota (¡lógico!), entre
los estudiantes, según a partir de ahora toca de nuevo “clavar los codos”; e
inquietante, por supuesto, para los políticos, a quienes por mor de aquellas,
esas y estas actuaciones y medidas heladoras se les promete, ya en junio, un
otoño caliente. Al hilo de esto último, preocupa bastante, por encima de lo que
quiera representar el esperado y habitual
veranillo de San Miguel y porque la cosa no va precisamente de intervenciones
arcangélicas, qué altas temperaturas pudieran registrar en adelante los termómetros
de la calle y de las institucionales
oficiales, conforme los programas editados y las proclamas emitidas por
doquier. Temblor da pensarlo (sin entrar en las razones y sinrazones que, en
estas coyunturas, suelen entrecruzarse y de las que, sin distingos de partidos
y sindicatos, se aprovechan), escalofrío a la postre ante lo único claro y evidente para la gente
sencilla, para el pueblo: el cíclico recorte de la luz natural (que se acepta
como grata ley) y el casi impagable e injusto precio (pese a su legalidad) de
la artificial, asociado también al que figura en los restantes y diversos
productos y etiquetas del mercado. Nada que ver, y tampoco hace falta
demostración, con septiembre, que antes fue séptimo (calendario romano) y
noveno después (calendario gregoriano), sin que jamás llegara a perder sus
encantos y excelencias. Ni parecida dicha estabilidad con los desequilibrios de
la España actual,
ayer, de Champions, contando en Europa y en el mundo; hoy, en posiciones de
descenso. Ello, sin embargo, sin que aquí, en septiembre u otro mes, cante nadie
“échame a mí la culpa de lo que pasa…”
martes, 28 de agosto de 2012
Alejandro Vivas Cano
Cada mañana del verano, enfundado
en un chándal, sobre bicicleta y con ajustada mochila a la espalda (la carga suave
que, en junio, le impuso el curso escolar), acude a la cita diaria de las
clases. A estas alturas, además, de la temporada, en la que puede contar con
los dedos de la mano las fechas que restan para llegar a septiembre, a las
aulas, a los exámenes, el pedaleo (interior y exterior) le exige un ritmo
distinto, la meta ya dispuesta en el instituto, espacio que, ciertamente, nunca
fue un jardín de las delicias para él
ni para la mayoría de los estudiantes, si bien en el mismo, aquí, ahora, y con
conciencia del paso implacable de la edad, está, en principio, el deseado
trofeo, la ganancia del tiempo perdido, recuperable siempre (como las
matemáticas, por ejemplo), gracias a ese esfuerzo que la experiencia humana
impone a quienes, en cada etapa personal, hicieron reserva de una vida que, en
verdad, merece la pena, colmada de
sueños y realidades, de esperanza.
Desde
otra mirada, Alejandro Vivas Cano, invitado hoy a este lugar de observación, es,
por herencia, un buen amante de los deportes, sobre todo del fútbol, cuyas
evoluciones (el Recre entre sus “clásicos”), sigue de forma
continuada tanto en la práctica como en la letra impresa. Sabe él, sin embargo,
que no solo de golpear un balón con mayor o menor fuerza y técnica, o de
permanecer “al loro” de la información deportiva se nutre el aficionado, el
hombre en general. De ahí que sus intereses se extiendan también a parcelas
diferentes; la historia, la geografía…Páginas y más páginas de la cultura
cercana, la occidental, incorporadas tempranamente a su curiosidad, y que
contribuyeron de modo decisivo al enriquecimiento de sus registros expresivos
(muy altos), de su fluidez mental y a la sólida percepción del mundo que -libros
de la mochila aparte- ha ido, poco a poco, adquiriendo. En tal sentido,
sobresaliente. O referente (cuando se asiente la natural revolución de sus
años) para sí y los compañeros de competición. Con la liga del siglo XXI en pleno
desarrollo y arbitrajes mediocres en cualquier sitio, es imprescindible que
Alejandro ponga en juego las muchas capacidades que atesora. Va en ello que los
campos no se vean vacíos. Tampoco la palabra.
martes, 21 de agosto de 2012
¿Final del verano?
Con agosto en su último tramo –
¡ya se notan las tardes!, exclama la gente-, aunque todavía los cuerpos estén rendidos a la
lasitud del verano, lo único que resta por probar de estas postrimerías es, si
acaso, la acostumbrada tormenta, “trueno sordo, retumbante, interminable, como
un bostezo que no se acaba del todo, como una carga de piedra que cayera del cenit
al pueblo…” (Platero y yo.JRJ), cuya
lectura inmediata, en página de libro que solo la naturaleza numera con
precisión, suele ser, a la vez, carta de despedida y cheque en blanco para ese
otro tiempo que viene sin que nunca lo llamara nadie.
Antes
y después de la citada tormenta, mayor estruendo y peligrosidad, si cabe,
provoca el tormento que padece esta sociedad sin ecos, de mínimos, opaca y
exenta de amabilidad, por más que el sonido y el color de ayer nos la hubieran
diseñado ilusionante, prometedora, obra en suma que jamás pudiera envejecer,
menos empobrecerse. Ya hemos visto qué pronto nos obligaron a salir de tan fascinante
escenario, a aceptar ahora situaciones casi insostenibles, a inyectarnos la dosis
de dolor que – no lo olvidemos- siempre se reserva para que la propia vida
resulte. Dicho esto, además, al filo de un gran abismo que pone tierra y años
por medio entre lo que fuimos o quisimos ser y lo que en realidad somos: nada
de otro mundo, poca cosa, cuerpo de estar hoy aquí y de hacer las maletas para ocupar
el espacio que nos dé el día siguiente. Así de claro. Tal y como igualmente suena
y se pinta: certeza necesaria de un vivir con muchísimas vueltas sobre sí y su
órbita. La mejor base, ventana de observación, vía. A fin de cuentas, y al
ritmo de las estaciones, estamos también programados como ellas para continuar.
Que el verano, pues, esté a punto de concluir no deber destacarse por encima de
lo que el mismo hecho significa. Mejor actuar en adelante al dictado de la
creatividad, imaginación, formación, solidaridad, respeto, tolerancia…Es lo
que fundamenta el cambio, el paso, el puente
entre lo uno y lo diverso. El verso tendido y extendido de Pureza, lo bueno aún no catado.
martes, 14 de agosto de 2012
Colorín, colorado...
Este cuento no se ha acabado. No,
imposible que así fuera, tantos capítulos aún por delante para contar y callar
los dimes y diretes de sus protagonistas, las inimaginables aventuras que los
mismos habrán de afrontar, la prestancia a la escritura del autor, los
beneficios económicos de la editorial. Porque vende, y bien, la línea directriz
seleccionada, los recursos estilísticos, la tipografía, el formato de la
colección…Y además, todo dentro, nacional, cercano; nada fuera de la trama que
caricaturiza y define, en general, al mundo. De manera que, siguiendo casi en
exclusiva las pautas del oportunismo material, que nadie extrañe en la actitud
de algunos personajes la ausencia de elegancia, la falta a las reglas de la
convivencia pacífica, el alarmismo social, los atentados contra los principios elementales de la ética, estética o religión.
Es lo que sucede, por ejemplo, cuando en razón de los objetivos que se
persiguen (cuotas de populismo), algún líder sin gracia apuesta supuestamente por
la imagen propia incitando a su gente al asalto, obviando la tensa situación
que aquella comunidad sufra o, según la relación clima laboral-
hechos, el posible daño al conjunto de los trabajadores. Frente a los citados rebeldes
están (a no dudarlo), quienes con capacidad para especular y en posesión de esa
magia siempre reservada para muy pocos, logran engañar sin escrúpulos al resto
de los actores (millones de personas con distintos niveles de competencias y
responsabilidades), hasta decodificar y adueñarse no únicamente de las claves
(sacrificio y esfuerzo diario) de sus respectivas cuentecitas bancarias, sino
también de las leyes (escritas en tablas de piedra o en papel vegetal), que en
mandamientos naturales sirvieron o sirven para regular presente y futuro. Por
tanto, y a modo de reflexión, claro es que,
en pleno siglo XXI, los argumentos y sentidos del género narrativo de
referencia apenas difieren de los tradicionales. Solo que el Lobo de Caperucita
y el Ogro de Pulgarcito son verdaderos inocentes ante los actuales. No,
colorín, colorado, este cuento no se ha acabado. Y da miedo adivinar su fin.
martes, 7 de agosto de 2012
Londres-Almonte
Dos lugares distantes y distintos;
dos medalleros con características, nombres y portadores propios; dos puntos de
actualidad ahora, ya al fuego de los aros olímpicos que desde Londres volaron
al cielo hace pocos días, ya al calor de una fe que desciende precisamente de
aquel alto espacio, la cual, por la mediación de una madre celestial (la Virgen del Rocío no es obra humana/, que bajó de
los cielos una mañana…), y con centro de interés reconocido por la cristiandad
en Almonte, alimenta la espiritualidad de los creyentes.
Por
un motivo u otro, los dos topónimos citados tienen mucho que ver, recibir, dar, siendo así que en Londres la misma reina
inglesa, con mayor o menor gracia y arropada por una numerosa corte de jefes de
estado, presidiera la ceremonia inaugural de los JJOO 2012. O que a un escenario reducido como es El Rocío (Almonte), aunque con
gran poder de convocatoria, el Papa Benedicto XVI haya concedido a partir del
próximo 19 de agosto (fecha de inicio del tradicional Rocío Chico), la
celebración del Año Santo Jubilar Mariano.
Lejos
de cualquier lectura simplista, ambos hechos fundamentan su importancia y
consideración en la fuerza que los ritos confieren a sus lugares y actores, con
formas y contenidos capaces crear una cultura, de moldear un mundo. Ello, con
las solemnidades, reglas e interpretaciones derivadas, daría, sin duda,
explicación a comportamientos individuales y colectivos, casos y cosas
perfectamente observables tanto en las competiciones deportivas como en las manifestaciones
religiosas, y en cualquier tiempo y circunstancias.
Con
todo, y desde la influencia que podamos adjudicar a cada una de las variables
intervinientes en los rituales, hay por lo común una consecuencia material, un
beneficio que, administrado con sabiduría y honradez, se entiende y justifica.
En época de recesión económica, más aún. A no frivolizar, pues, ante dicha
realidad, pan de solución que es para personas, familias, pueblos y ciudades.
De Londres o Almonte, qué importa eso. Al final, los sumandos se reparten por
zonas más amplias.
miércoles, 1 de agosto de 2012
En Colombinas
Primero, desde la playa
(orientación Mazagón–Cádiz), eran tres puntos indefinidos en la raya del
término marino. Poco después, tres barcos muy similares. Y en un santiamén, ya
cercanos, tres buques de las fuerzas armadas nacionales. De pronto, la guerra. La
de los niños, estruendosa como siempre, vociferante, puro nervio:<¡papá, ya
vienen; coge el coche; al puente de El Vigía, rápido, debemos llegar antes que
ellos..!>. Una improvisada caravana de vehículos, entre pinares y caminos de
arena, se apresuraba a cumplir
(comienzos de agosto) el ritual oportuno: recibir, pañuelo en mano y en la más
corta distancia, al “Cervantes”, al “Churruca”, al “Alcalá Galiano”, habituales invitados flotantes, con algún
almirante a bordo, a Las Colombinas, la fiesta de Huelva. Pero ya aquella chiquillería había hecho la suya…
Hoy,
tras varias décadas, es normal que la visual de los hechos sea distinta, porque
lo es también la propia vida, su rumbo, menos rumbosa ahora que nunca, bien
sabemos por qué, sin puentes ni navíos que saludar, otros verbos (recortar,
suprimir, ceder…), llegados hasta aquí por tierra, mar y aire, imponiendo
nuevos registros, significados, sentidos y competencias. Cosas de los tiempos, sinvivir
sin querer, y por supuesto, exento de la magia necesaria, reservada para unos
cuantos.
La
esperanza, sin embargo, existe. Igual la providencia. Está como entonces en los
niños, cuyas acciones (hablar, elegir, recoger), aunque todavía imprecisas en
el horizonte del mundo, podrán demostrar claramente el dominio de las cartas de
navegación, de la velocidad de crucero, y la pericia para atracar en cualquier muelle
de levante o poniente. Como don y tributo a la vez, la educación, sin la cual
sería imposible la singladura. Mas no un proceso formativo del tres al cuarto,
que ni cuenta ni canta sino lo único que se cruza ante los ojos. No, la
sociedad actual y futura, ya está requiriendo una educación sólida, crítica,
operativa, innovadora, con capacidad de dar la mejor respuesta. A la fiesta de
los días, y sin exclusiones. De eso se trata.
martes, 24 de julio de 2012
Tiempo de verano
Con
o sin bicicletas, los días del verano queman etapas cual si de ganar un Tour u
otra competición de prestigio se tratase. Es cierto que nunca fue fácil asumir
las exigencias que imponen las carreras ciclistas famosas, tantas dificultades
de las que pudiéramos hacer descripción en las travesías de las cordilleras y
llanos de turno. Pero nadie podrá discutirnos que la actual, con recorrido por la Eurozona (color marrón
para distinguir al líder), lleva camino de convertirse en la más difícil y dura
de la historia. Motivos hay al margen de lo deportivo: opulencia, opresión, juego
sucio, chinchetas sobre el asfalto, accidentes provocados y capaces de retirar
a quien sea no solamente de la lid, sino del mundo (a no levantar demasiado la
vista si se desea alguna comprobación). Los días del verano son, sin embargo,
generosos. E inteligentes. De ahí que, salvo de los peligros o “pájaras” que
derivan de las exposiciones prolongadas bajo decretos y boletines, las mejores
advertencias que los citados ofrecen guardan relación con las energías y
confianza propias. O con la idea de no dar tampoco cancha al olvido de nosotros
mismos.
A
concedernos, pues, la importancia debida, que es razón también, según la
condición humana necesita. Y, por supuesto, entera, sin recortes. La dignidad, así,
el más completo avituallamiento. Con ella, los rigores del suelo y el cielo se observan
y superan de manera distinta: campos labrados a derecha e izquierda de la
memoria, playas en las que jamás la
música se apaga, alta montaña donde aquel sermón contra el egoísmo sonó fuerte.
Acaso
convenga ahora recordar todo esto. En tiempo de verano, a tiempo de control. Y
tirar, sin dilaciones, del pelotón, neutralizar escapadas fraudulentas.”El último
en llegar fue el primero/ que iluminó el umbral de la puerta estrecha”, dice el
poema. A no dudarlo, dorsal aún oculto por prudencia. Porque, con un buen
equipo, podría ser cualquiera. A tener en cuenta que la meta no es “la Bolsa o la vida”. Hay alternativas, otros valores cotizables.
martes, 17 de julio de 2012
Carta de Juan Ramón Jiménez a Francisco Garfias
Es la actual Pieza del Mes, según la Fundación
Juan Ramón Jiménez distingue para el período indicado, una muestra (expuesta
en su Casa Museo), de o relacionada con el conjunto de sus fondos. En esta
ocasión, el documento de referencia, perteneciente al legado del también poeta
moguereño, Francisco Garfias, cedido a
su pueblo.
Aparte
la delicada belleza del texto, dice igualmente mucho la misiva seleccionada
acerca de su emisor. Porque es instantánea, sencilla y profunda. Y desde otra
mirada, sintética, la mejor opción para acceder a lo universal, conforme creía el
propio Juan Ramón. Conocido es, además, el especial tratamiento que el escritor dispensaba a sus cartas, las cuales fueron
incluidas por él en aquel magno proyecto de edición completa final de su Obra
en 21 volúmenes (siete de verso; siete de prosa; siete de contenido diverso,
como complementos).
A
destacar asimismo la figura del receptor, Francisco Garfias, biógrafo,
prologuista, compilador y editor del
anterior, “trabajo gustoso” siempre, pero a la vez largo en el tiempo, una vida
casi, a partir de la primera lectura de “Segunda Antología” de Juan Ramón:
“Súbitamente –comenta Garfias- se me abrió un mundo insospechado, maravilloso,
tremendo…”.El mencionado libro había llegado a sus manos, en préstamo, desde
las de Eustaquio, hermano del Nobel.
Y
de uno a otro autor, el mensaje, la carta. (Washington, 16 diciembre, 45).La citada es acuse de recibo del poemario
“Caminos interiores”, de Garfias. Y agradecimiento de J.R.J. por las páginas
que su paisano le dedicara en Fuentepiña, un año antes. La calidad honrada,
(“de personas, de cosas, de pensamiento, y de voluntad”), impregna cada
palabra, línea. Y Moguer: “lejos de España, todo es para mí como un Moguer
grande, dominador, y quisiera tener moguereños a mi lado”. Deseos cumplidos,
cumpliéndose. Y en reino que, por voz de
Garfias, ya era de Juan Ramón y que,
ahora, ambos comparten. “Si la calidad lo fundamenta todo, todo será bueno y
hermoso”
martes, 10 de julio de 2012
Cinema Paradiso
Fue reposición cinematográfica,
hace pocos días, en la televisión nacional, dentro del programa “Clásicos de la
1”. Un
acierto, una gozada este drama romántico, exquisita declaración de amor al cine
de principio a fin, con la dulce nostalgia que también aporta Cinema Paradiso (Giuseppe Tornatore,
1988), y porque, con seguridad, ante la realidad del séptimo arte la mirada
humana no tuvo (tiene), otra alternativa más gustosa que la de entregarse sin
reservas a tan extraordinario espectáculo.
Las
posibilidades del cine para tocar conciencias y sentimientos (individuales y
colectivos) acaso explican lo anterior. Evidente
es, asimismo, que a ello debiera el cine
su rápido reconocimiento popular. Y popular, como dice Francisco Ayala, con todas las consecuencias:
“los pueblos de la Tierra,
en competencia de entusiasmos, se han apresurado a recibir sobre sus cabezas el
agua del cinema: el gallo, plano y negro, ha cantado desde su veleta un alba
unánime; el león ha sacudido con su bostezo caliente un bosque de nervios; el
globo terráqueo ha girado con suavidad desde su eje, y el destino de Diana
registra cada día un viento internacional…Dentro de este zodíaco de marcas, el
cine va cuajando un espíritu nuevo, universal, solidario.”
Lástima
que la vida actual haya impuesto al propio cine un ambiente tan distinto. Y
distante. Que Huelva, ejemplo cercano, lejos de su pronta familiarización con aquel
recién llegado (Mañana miércoles se
verificará la inauguración del cinematógrafo perfeccionado Yoli, primero en su clase en España, instalado
en el Teatro Colón... Será a las ocho.
Diario “La Provincia”,
22 de diciembre de 1896), ofrezca hoy una reducida cartelera, ajena a importantes
títulos del momento. Mención aparte exigen las salas onubenses de antaño: Mora,
Gran Teatro, Rábida, Odiel, Palacio del Cine, Oriente, Emperador, Apolo,
Fantasio, Cinema Colón, San Francisco, Ideal Cinema, Teatro Cómico, Las
Palmeras, España, Cinema Park, Cine Republicano... Y los “Cinema Paradiso” de
cada localidad. En la mía, Bonares, el proyeccionista “Alfredo” de turno se
llamaba Moreno...¡Claro recuerdo, película sin corte!
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