martes, 29 de noviembre de 2011

La despensa de palacio




                                 


            De la Moncloa, claro. Y conviene llenarla; pero no de las confituras propias de las fiestas que se acercan, pues aunque a nadie le amarga un dulce, es evidente que lo prioritario en el listado de la compra son los elementos básicos. Más en los tiempos difíciles que atraviesa España y el mundo, tantos rostros, por una parte, empalidecidos por la preocupación o la miseria (en el sentido amplio y hondo de ambos  términos), y por otra, tantos “caras” desviando sus fondos económicos a paraísos fiscales e invirtiendo en productos de lujo, allende también las fronteras nacionales.
            Según pueda leerse la citada situación de muchas maneras, para este observador, la imagen, ahora, de la preocupación social podría encarnarse, acaso, en Tom Joad, aquel personaje de la novela “Las uvas de la ira” (1936), de Steinbeck, magníficamente caracterizado por Henry Fonda, en la película del mismo título, dirigida por John Ford (1940), y en la que miles de inmigrantes (okies), de Oklahoma, Kansas y Texas, que habían perdido sus granjas por la presión conjunta de la Gran Depresión, las tormentas de polvo que destruyeron sus campos de cultivo, y  la voracidad de los bancos, tuvieron que soportar condiciones infrahumanas de odio y marginación, en su éxodo a la supuesta  tierra de promisión, que era entonces California.
            Bien sabemos que desde la época de referencia a la actual, la vida, en todas sus constantes y organización, ha conseguido niveles de suficiencia aptos para superar cualquier crisis, ¿o no? Urge, pues, la clarificación exigida al principio y en el palacio  mencionado: La Moncloa, en cuya despensa acaban de depositar un aval en votos, el cual, con las cuentas de la vieja y de la nueva, debe valer para acudir a cualquier mercado y adquirir, menos las lágrimas, el pan y el sudor necesarios.
            Ningún abismo o sueño mal fermentado, se apodere, así, de la población española. Ningún fantasma, ninguna uva de la ira, por más que la incertidumbre se haga inevitable. En las puertas de la Navidad estamos, no se olvide.¡A ver qué primeras recetas van a ofrecer, qué menú sobre la mesa…!      


domingo, 27 de noviembre de 2011

Ser en quien se ama

Quien en mí vive
y al modo más hermoso e imaginable 
construyó esta conciencia, 
fuego que de ti surge,
a tu llamada acude 
y sólo en tus dominios se pronuncia:
ser en quien se ama,
crear, siempre crear,
vida sola, a la espera
del título aquel en tus labios.
                                           
 (De El color de los incendios


           

viernes, 25 de noviembre de 2011

Llegaste


Llegaste
casi sin notarlo, 
mas yo –sí- te sabía,
porque había llenado de ti,
en mí, el hueco de su ausencia.

Llegaste cuando aún la amanecida 
era entreluz de la tibieza:
yo aguardaba la conquista
                                    de tu sol.
Despierto fue el momento,
un sueño desvelado.
Y tu luz ascendió hasta mí,
dejándola sola,
toda única y exacta,
la sombra de mi forma.

                                               (De Rumor de luz)

Vicente Ferrer




                                              

            Más grande que la palabra multiculturalidad, de la que ofreció una conferencia en Huelva, era – es- la extensión de su alma; más todavía que Anantapur, la ciudad india donde, a diario, buscaba soluciones a la pobreza de tanta gente beneficiaria de su trabajo, su testimonio, su mensaje. Una voz clara, intensa, sencilla; una actitud firme y comprometida ante las contradicciones del mundo; un estilo, en definitiva, por el que ascender hasta ganar la luz. Así, frente al hecho de su muerte fisíca, recordamos ahora a Vicente Ferrer.”La Providencia existe; yo mismo he tenido la ocasión de comprobarlo”, nos decía. Luego, cualquier ejemplo, de los muchos archivados en su memoria, cabía como apoyatura a su propio convencimiento. Con dos millones y medio de personas atendidas, hoy, en el estado de Andra Pradesh, ¿cómo dudar de las expectativas que genera su obra? Y, por supuesto, ningún milagro; sólo el tesón y la confianza en todo lo que vibra. Nada más; nada menos.  

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Marina otoñal

Poema de La fijeza aprendida



            Porque vemos cómo los pájaros
            dejan la tierra con sus alas,
            al paso de la tarde tus deseos
            ordenan su vuelo hacia las sombras.
            Lejano edén, endeble quilla,
            alas abiertas de algún dios
            recién nacido en ti: ¿gestado cuándo?.

            Porque tiempo hace que tu vuelo,
            a vueltas de fríos oscuros,
            de tierras áridas,
            quedó expuesto a la luz,
            -lo leí en la orilla
            la otra mañana-.

            Porque al regreso ya eres otro,
            conciencia de lo mágico al silencio,
            pues no te hace falta más que la voz
            para gozar el mundo,
            sentir a doble espacio la dulzura
            de todas las leyendas prohibidas.

martes, 22 de noviembre de 2011

HUELVA, DE CINE




                               

            Dice el poema de Bento que “noviembre apagó en las buganvilias / sus nombres blancos, rojos, escarlatas”. Justo lo contrario que, llegado este mes, y desde hace treinta y siete años, sucede en Huelva, cuando el cine, siempre escuela de sí, ilumina a su manera la ciudad y le proporciona aquellas cultas tonalidades, reales únicamente porque forman parte de su deseo. A fin de cuentas, “estamos hechos del mismo material que los sueños” (Shakespeare).
            En noviembre, por tanto, Huelva es una ciudad de cine. Días centrales del Festival Iberoamericano, diferentes en la medida que la belleza sencilla de lo cotidiano se impregna de ese aire distinto, refinado y sensual, con origen en el propio séptimo arte; puntual glamour, en suma, capaz de generar un ambiente urbano muy particular y gustoso. Nostálgico igualmente, según en la capital  – ¡qué pena!- el interés por acudir a las salas cinematográficas  se redujo hasta el extremo de obligar al cierre progresivo de estas últimas.
            Ello, aun cuando el cine caló muy pronto en la vida onubense. Del diario La Provincia (22/12/1896), es, por ejemplo, la noticia que sigue: “Mañana, miércoles, se verificará la inauguración del cinematógrafo perfeccionado Yoli, primero de su clase en España, instalado en el Teatro Colón. Dado lo interesante del espectáculo y lo económico de los precios, creemos serán muchísimas las personas que han de visitarlo, pues este curioso invento ha llamado poderosamente la atención en todas partes donde se ha exhibido. Será a las ocho”. No faltarán desde entonces, en el mencionado periódico, referencias alusivas a la relación Huelva-cinematógrafo, con  citas concretas en el Círculo Mercantil y Agrícola (1898) y en un solar de la calle Zafra (1900). También, con el tiempo, la prensa seguiría ofreciendo en agenda la cartelera local. Películas para un público diverso y  habituado a las sesiones (continuas, por lo regular) del Onuba, Gran Teatro, Mora, Rábida, Palacio del Cine, Emperador, Oriente, Odiel, Fantasio, Apolo, La Dehesa y Aqualón (más los “de verano”). Muchos ya no están; pero viven. Son inmortales. ¡Gloria  al cine!        

En la terraza de los días

domingo, 20 de noviembre de 2011

Poema de Anotaciones sobre un vuelo





           
            Como las olas nacen, rompen, vuelven
            una y otra vez sobre la ausencia
            que llora la memoria.

            Este paisaje, aquella playa,
            vencida ya la edad, ganado el tiempo
            en que el olvido llega, moja todo,
            desvela la pureza del instante.

            Como las olas, suave la ascensión,
            las tildes levemente pronunciadas,
            cóncavas al silencio
            del que, indecible, espera;
            apuntes de geranios en los labios.

            Como las olas, breves en su luz,
            júbilo misterioso no sé hacia dónde
            de estas pasiones mías
            “que anduvieron sin amo por la tierra”.

Fundido en pleamar

martes, 15 de noviembre de 2011

BERNABÉ FERNÁNDEZ, MÚSICO

                                           

            La primera vez que aquel espacio propio te recibe (un séptimo piso de la onubense Avenida de Italia, con mirada hacia la ría), es Overli –progenitor de nuestro anfitrión-, quien, sin excusas y en su proyección, vitalidad y fuerza creadoras, sale a tu encuentro. Imposible entonces sustraerse al empuje de la emoción, a la belleza de lo perfecto, al ritmo de lo puro que allí se expone. Poco a poco, aparte el golpeo que producen los nombres –Overli, siempre-, y porque también es natural que las raíces echen alas, aquella luz interior (pasillo adelante; giro después a la izquierda), puntillea o raya un camino otro, distinto, en cuyo fondo, desde hace mucho – tempus fugit-, y bajo un amplio lienzo protector, es fácil reconocer no las proporciones de un cuadro, sino las formas de un piano (kaway, de pared). Del arte de la pintura y la escultura, según vemos, al de la música. De Overli a Bernabé. Padre e hijo, y si no cito al espíritu santo no es porque no crea en él o no exista, que bien visible es el misterio y sus dones en la obra de los artistas mencionados.
             Bernabé Fernández Salvador, en la línea, así, de su D.N.I. y en las de los innumerables pentagramas por él estudiados, es un músico. Un destacado músico con honda vocación y cualidades para merecerlo. Con la solidez, además, que exige la carrera elegida, conforme certifica su expediente académico (9 cursos de violín y 10 de piano). Y, por supuesto, con la esperanza de continuar ofreciéndose a la misma lo que queda del día (actual y venidero), de los años (él cuenta ahora con 26), por los siglos de los siglos, amén. Generosa carta (o partitura), pues, a la vida, no exenta de reclamo, de justa correspondencia. Entretanto, nuestro creador (bernabe_fs@hotmail.com), no  rechaza impartir clases particulares, hacer bolos o amenizar bodas, bautizos… Pero esto, con sonar nunca a su manera, no debiera ser solución definitiva. En tiempo presente escribo. Y ante la realidad de la juventud española mejor formada. Duele en este caso la música. Y la palabra. En cuerpo y alma se conocen. Y claman por lo que valen. ¡Que se lo den!  

martes, 8 de noviembre de 2011

El maquinista de La General

                   

            Atrás el debate y los demás actos de la actual campaña de elecciones generales,  es de esperar que la mayor aportación de los mismos sea, tras el citado reto político, el haber ayudado a la ciudadanía a elegir con acierto el maquinista que, en adelante, garantice la buena marcha del tren nacional y por vías similares a las de la Europa desarrollada, pues sería inconcebible que, siendo España una nación que exporta su modelo de alta velocidad al resto del mundo (Estados Unidos, Arabia…), aquí hubiera de conformarse con raíles y locomotoras de segunda mano.
            Quede anclado también en su tiempo aquel “ancho ibérico”, distinto al de los ferrocarriles europeos, que obligaba a costosos transbordos en la frontera, un duro obstáculo para las relaciones económicas españolas con el viejo continente. Hace falta, por ello, un inteligente y experto conductor. Es lo demandado, el deseo prioritario de  los electores.
            Cuando en 1926 Buster Keaton y Clyde Bruckman  presentaron El maquinista de La General acaso nunca imaginaran que la mencionada película fuese, desde entonces, un referente ineludible del cine de la época. Mudo todavía, y parco de recursos; pero con argumento convincente, mejor interpretación del propio Keaton y, por supuesto, dirigida con sabiduría. Salvando distancias y circunstancias -¿se ha trocado, hoy, la mudez en fecunda sonoridad o se reduce esta última, con frecuencia, a la simple palabrería?-, los tres soportes anteriores son igualmente exigibles a los candidatos y programas en liza.
            Los electores de las sociedades avanzadas siempre demostraron poseer habilidades políticas capaces de procesar racionalmente los discursos recibidos. Contra lo que parece, y erigiéndose como lo son, en verdaderos protagonistas ante los líderes de partidos, ¿podrán los españoles discernir con criterio acerca de sus intereses comunes y particulares? Según se valora el guion, el papel no cinematográfico de cada cual es crucial. Sin duda. Del maquinista de La General y del resto de los viajeros. Así, para la función del 20-N debieran agotarse las entradas; las papeletas, digo.

viernes, 4 de noviembre de 2011

LA SOLEDAD DEL AZAR

           

            Reproduce el titular el nuevo libro de Juan Cobos Wilkins, cuya presentación tendrá lugar la tarde-noche del próximo día tres en la Biblioteca Pública de Huelva. Compendio de relatos, en este caso. Lectura breve en espacio breve (lo bueno, si breve, dos veces bueno, que dijo Baltasar Gracián) para textos simétricamente distribuidos, o por su nacimiento y desarrollo natural, con las dos caras de una hoja: haz y envés. Complementarios así, como cabe suponer, y ordenados conforme el mismo escritor propone, advierte y aconseja para la adecuada comprensión y mayor disfrute de la obra.
            Relatos, además, entre los que adivinar también un pacto íntimo, un plan de fuga, antes que, en vuelo alto y ligero, cada uno de ellos tome, en justicia, vida propia. Ya la portada (original  y colmada de simbolismo), bien en su conjunto o a través  de los  diferentes elementos que la componen, a saber, un sillón vacío - ¿pendiente de ser ocupado  por el autor o tras haber concluido este su trabajo?-, una mesa, cuatro naipes (a descubierto únicamente el as de corazones), y todo un firmamento de fondo, casi anuncia las complicidades y autonomías a las que nos referimos.
            A no olvidar tampoco las que, tan actuales, vinculan el nombre de Juan Cobos Willkins con sus libros anteriores (El corazón de la tierra, Mientras tuvimos alas, Siete parejas y un solitario, El mar invisible, Biografía impura…), lo que evidencia que, siendo Cobos Wilkins un creador reconocido, conozca perfectamente aquella táctica de esperar para escribir (o viceversa), de manera que cada entrega llegue en el momento más oportuno. Como ocurre ahora, La soledad del azar no sola, sino acompañada de la buena crítica que está cosechando y, en consecuencia, por los muchísimos lectores que han paladeado su sabor. Lectura reposada, a veces; jadeante, otras. Y siempre sorprendente, según los ojos son llamados a un mirar fresco, distinto: el azar, puro clamor; la citada soledad en continuo regreso hacia su gruta;  el amor, tan del alma y del cuerpo, certero en sus luces y sombras. Una realidad sobre la cual pueda imponerse la muerte o la suerte.  Aunque a las dos haya ganado el escritor la partida.

ONCE PARES DE BOTAS

                     
                                  
            Pero no exclusivas para jugar al fútbol, que de este deporte sólo viven los que viven (pocos). Once pares de botas –sí-, como en aquella película de igual título (año 1954), dirigida  por Francisco Rovira Belata, y protagonizada por José Suárez, Carmen Pardo, José Isbert, Elisa Montes, Nuria Espert y Manolo Morán, junto a Ramallets, Alonso, Biosca, Busquets, Campanal, Lesmes, Di Stefano…, esto es, los Casillas, Valdés, Puyol,  Ramos, Messi, Cristiano, etc., de la época de referencia.. Mas, después de tanto tiempo y de todo, once pares de botas no para marcar goles, sino estilos de vida, según, en equipo también, es obligado competir en una liga dura y difícil, en la cual para conseguir el triunfo final es absolutamente precisa, además de la coordinación de la técnica y fuerza de los jugadores, la buena calidad del calzado, no sea que  una mala costura o unos tacos inadecuados contribuyan a malograr esa jugada decisiva en el área contraria. Buscamos hoy, por ello, once pares de botas sujetas a las normas biomecánicas, de máxima ligereza, adaptables a los diferentes terrenos de juego, visibles  a los ojos de los compañeros (es muy importante indicar, en cada momento del lance, la ubicación personal) y seguras en las salidas explosivas como en las frenadas rápidas, según se procure sorprender al rival por velocidad  o  por el seco efecto de un regate. A tener en cuenta asimismo su estética. Porque tal vez  la elegancia comience a mostrarse en los zapatos. Y, cómo no, por el respeto debido al escenario del encuentro: Estadio de la Democracia en este caso, con lo que quedaría todo dicho. Pero no. A recordar que se juega en calidad de local, circunstancia que aumenta la necesidad de ganar. Por otra parte, a tener muy en cuenta el esfuerzo individual y colectivo realizado hasta este momento presente, hora del partido fijada desde siempre contra los desvergonzados del fraude fiscal, los terroristas, los políticos corruptos…Once pares de botas, pues, y una hinchada de votos dispuesta a rubricar la victoria. Que nunca la democracia pierda el liderazgo.               

FAROS

                                             

            A pie de faro, es decir, de página. Desde Mazagón, además, este observador, por cercanía, cariño y confianza, ha elegido para la ocasión la torre alta del Picacho, que así se llama el de aquí, cuyo origen se remonta a 1884. Pero no para hablar de él. Con exclusividad, y porque, en torno a los citados edificios, hoy nuestra reflexión intenta buscar una proyección distinta, dedicaremos oportuno espacio al referido monumento, y por  los  atrayentes motivos que reúne.
            Ahora, sin embargo, a pie del mismo, y habida cuenta del valor simbólico e inspirador de sus ráfagas, también procede el aprovechamiento de una lectura en el sentido apuntado. Porque aunque los faros, superados por la fuerza impetuosa de las nuevas tecnologías, hayan perdido vigencia y protagonismo, cierto es igualmente que, hacia fuera (o adentro, como en aquel libro de Menchu Gutiérrez), la luz que regalan, sus paisajes envolventes y la eterna majestuosidad de la mar, les confieren perfiles especiales. Y clarificadores. No olvidemos que acaso sean las construcciones más sorprendentes realizadas por el hombre, con particulares diseños para soportar las embestidas de la naturaleza, y – siempre-, el rigor de la soledad. Tampoco nos apartemos de la función que cumplen: ser conectores entre la tierra y el agua. Finalmente, es importante reconocer sus propias frecuencias de emisión, por las cuales se convierten en torres ópticas únicas e inconfundibles.
            En conjunto, tales características justifican, pues, que dicho sustantivo sirva, a la vez, tanto para denominar los potentes focos de los automóviles como a aquellas personas que ejercen de guía o modelo en la vida. Y, por todo ello, que los tres tipos de faros se hayan erigido con los tiempos en elementos necesarios. Se detectan, no obstante, considerables carencias en los aspirantes a ser integrados bajo la última acepción. En la sociedad actual (de adentro y de afuera), faltan líderes, qué pena. Y lo malo es que el apagón mundial va para largo…
                  

jueves, 3 de noviembre de 2011

Escribir es esperar

O esperar es escribir. De un modo u otro, heme aquí, lector, en la permanente idea de comunicarme contigo.Al aceptar este gustoso compromiso quiero dejar - aval primero-, mi profundo respeto por la propia comunicación y desde aquellas exigencias básicas emanadas de la vocación sentida hacia la misma. En segundo lugar, es propósito iguamente mío depositar la fijeza aprendida en mis años de relación con aquella (vida toda; toda la vida), una experiencia acumulada y plural, de la que el lenguaje periodístico y el poético son  soportes principales de la actividad realizada. De aquí, pues, la configuración de este blog, con apartados dedicados a las colaboraciones personales en prensa, a los  libros de poesía y de narrativa firmados por este autor. Finalmente,  dispuesto como también estoy "... a dar/ en el blanco escondido de la sombra" o a bucear en las posibilidades  que ofrece esta "azul sin límites", es capítulo de cierre el reservado a la pintura, la otra gran llamada de mis días.