martes, 29 de mayo de 2012
Juan Ramón: Tal día como hoy...
El 29 de mayo de 1958, a consecuencia de una
afección bronquial, fallecía Juan Ramón Jiménez en Puerto Rico. Unos días más
tarde, el 6 de junio, Francisco Hernández Pinzón, su sobrino, en cumplimiento
de la voluntad del poeta y de Zenobia (ella había muerto de cáncer el 28 de
octubre de 1956, tres jornadas después de la concesión del Premio Nobel de
Literatura a su marido), traslada los cuerpos de ambos a España y les da
sepultura en el Cementerio de Jesús, de Moguer. Y desde entonces…
Las
fechas, como vemos, en lo íntimo y lo universal, están para evocarlas, según el
propio recuerdo, que nunca debe atraparnos, es, bien utilizado, proyección real
de las vidas a las que, por una razón u otra, nos sentimos vinculados. A la de Juan
Ramón, aquí y para este observador, desde la admiración y respeto profundos
hacia su Obra, la cual, con el correr de los años, evolucionó con frescura,
naturalidad y rigor, siguiendo el proceso “revivificador” al que fuera sometida
por su autor. Figura principal para el estudio de la trayectoria de la misma es,
sin discusión, Zenobia, por quien el citado escritor “encuentra por fin el amor
verdadero, síntesis de cuerpo y de alma, pasión y poesía, desnudez y plenitud
esencial” (Graciela Palau de Nemes). Logró cambiar, en definitiva, la
cosmovisión del creador moguereño.
Con
la significación de la Obra
y de Zenobia (la mujer), ponemos justamente de relieve dos de los grandes temas
de la lírica juanramoniana. Para completar, hay, sin embargo, que añadir un
tercero: la muerte. Marcado por la repentina de don Víctor, su padre, y sumido
en el mayor desaliento tras la de su esposa, cuando hubo de afrontar la
personal, aquella llamada del corazón (“madre, ven, madre”; “Moguer, Moguer…”),
asoció para siempre dichos nombres a momentos tan trascendentes. De mucho antes
(en Rimas, inicialmente; luego en Poemas agrestes, 1911-1912), es también
el poema titulado “El viaje definitivo” (…Y yo me iré. Y se quedarán los
pájaros / cantando./…).Revivido. Como ahora…
martes, 22 de mayo de 2012
Con Huelva en la mirada
Entre
tanto estruendo diario provocado por la crisis (¡qué angustiosa pesadez!),
apenas si queda alguien para oír aquellas alternativas que la naturaleza, sin
imposiciones ni recortes, libera continuadamente, ya en su palabra o su
silencio -energías de inmenso valor en ambos campos-, las cuales tienen, por
supuesto, mayor proyección que las ondas de las referidas explosiones, que las sombras
prometidas de ningún paraíso, y por descontado, que esos vacíos de la verborrea
panfletaria al uso, siempre incompatibles con la sabiduría.
Reconocimiento
general que aconseja, pues, la voz a ti debida y a dichos mensajes, siendo más
que nunca, como somos, hijos del lugar que ahora nos reclama (porque nos quiere)
y al que, más en provecho nuestro que de nadie, hay que dar la respuesta que
demanda.
En
torno a las excelencias de Huelva y a estas alturas de los tiempos, acaso se
hayan realizado estudios, análisis y catálogos de toda clase, con inclusión, en
tan amplia y diversa apreciación, de la mirada de los poetas, quienes, como
apuntara Luis García Montero, “espiaron
a Huelva mientras dialogaba con la arena, el aire vivo de las alas, el azul del
mar y la luminosidad de los pueblos”
En
alguna ocasión también, incluso aquel arcángel que, brazos extendidos, anunciara
al cosmos la condición edénica de Huelva, volvió a encaramarse sobre el
cielo de esta provincia para exigir de nuevo, hacia ella, respeto y
consideración. Lo propio e irrenunciable, además, al día del cumplimiento de los
compromisos que, cara a su particular evolución y progreso, la gente de esta
tierra suscribió en origen. Y aquí sí es razonable hablar – insistimos- de la
herencia recibida. En lo material y espiritual, muy grande y rica, según salta
a la vista. Como la misma observación pone igualmente en evidencia lo mucho que
resta por decidir, más por hacer. Una realidad, en síntesis, aún bella, firme y
equilibrada, pese a los vientos de las falsas profecías. Experimentada, claro
es. Y escarmentada. Capaz de escuchar y de escucharse. De sostener y ensanchar
los horizontes de su vida.
viernes, 18 de mayo de 2012
jueves, 17 de mayo de 2012
martes, 15 de mayo de 2012
Las Cruces de Bonares
Su visión de conjunto, ya sea en
el interior del templo parroquial, ya en procesión por la carrera oficial, sin
apenas huecos, y con los pies bien apoyados en la tradición, más que panorámica
de un calvario es imagen de un suelo labrado, colorista, de frescura
antiquísima, y con árboles sacros en permanente floración, cuyas raíces igual
beben de la religión, que de la historia, el arte, la literatura y la
antropología. Aportaciones todas las citadas muy nutritivas, necesarias para el
crecimiento de cualquier colectivo humano; en Bonares, decisivas también en el
moldeamiento de las Cruces de Mayo, las fiestas, aquí, de referencia, declaradas
de Interés Turístico Nacional por la
Junta de Andalucía, con puntos de celebración culminantes los
próximos jueves (Verbena), sábado (Romerito) y domingo (Misa y Caídas).
Doce
cruces de flores (de amores), erigidas en sus respectivas calles de nacimiento (Triana,
San Sebastián, El Pilar, Arenal, Nueva, Misericordia, Fuente, Cuatro Esquinas,
Larga, Pozo, Higueral y Rincón), se
avistan en Bonares, con esencias que
justifican su notoriedad.
Por
lo común, manifestaciones similares producen un nivel de integración social característico de las hermandades semicomunales,
que “dividen en dos partes al pueblo, expresando cada una de ellas la identidad
de media comunidad” (Isidoro Moreno. 1985:69).
En Huelva, por ejemplo, son los casos –vistosos
y peculiares-, de Berrocal, La
Palma del Condado y de Almonaster la Real.
Bonares y Alosno, sin embargo, ofrecen
resultados muy distintos, propios de las llamadas hermandades de barrio, las
cuales permiten no sólo una mayor permeabilidad en las relaciones personales,
sino también la posibilidad de una organización compartida de los festejos. De
inmediato, lo podremos observar –insistimos- en Bonares, y en torno, este año,
a la calle El Pilar. Es de suponer, asimismo, que el tiempo corresponda con
bondad, su cuota. Quede lo demás, belleza y generosidad incluidas, para el vecindario.
La experiencia es de siglos.
martes, 8 de mayo de 2012
Chaparrones de mayo
Lavan los pinos;
se alisan las arenas de los caminos…Así dice la letra popular, y muy bien, pero
no sólo porque la sevillana de referencia fije lo que mayo habitualmente dicta,
sino, sobre todo, por el alcance de aquella otra observación ante los
comportamientos de la propia palabra humana, la cual “nunca ha funcionado en el
vacío” (M.A.Vázquez Medel). El agua,
pues, recién caída, esto es, la comunicación que se presta y a la que nos
debemos, es, a no dudar, siempre beneficiosa para la tierra y sus criaturas. Hecho
natural éste, que impone obligaciones básicas tales son aprender a captar el sentido
profundo de la aludida lluvia y, en consecuencia, disponer de los cauces necesarios
para su adecuado aprovisionamiento y justo reparto.
Fuera del contexto anterior, es
evidente que existen aguas distintas cuyos discursos se construyen igualmente dentro de la vida. Son, sin
embargo, corrientes contaminadas en origen, flujos que manchan, caudales de ninguna altura y, por tanto,
desaconsejables para la salud social. Ante ellas, conviene, pues, la alerta
máxima, e incluso la aceptación de
ciertos márgenes de error, humanos también. Jamás, dejarse arrastrar por la pesadumbre,
ese cenagoso lodo connatural con cualquier crisis, devastador y mortal como el
peor fuego, según lo estamos viendo.
Nunca funcionó – insistimos- la
palabra en el vacío, y acaso tras este punto y aparte, ya se dejen oír, en la
realidad actual, mensajes de ningún limbo (búsqueda del equilibrio
ajustes-crecimiento), goteos (todavía) diferentes, propuestas de solución menos
rígidas, más permeables a los suelos – y sueldos- del mundo (con la eurozona por delante). Mejor.
Y que nadie ose impedir que el agua de la comunicación, vital pese a las dificultades
que les son inherentes, deba, pueda y quiera completar su ciclo. Quizás estos
chaparrones de mayo caen ya de un nuevo cielo…
martes, 1 de mayo de 2012
Juan Ramón en la revista Platero
A “Platero de Cádiz”, con tantos
abrazos como números publicados, y muchos más, abiertos ya, para los que
vendrán,,, (J.R.J).
La
dedicatoria anterior, aunque incompleta aquí (de momento), tiene sin embargo, esa
entidad que permite reconocer, en primer lugar, la entrega del Andaluz Universal a los proyectos editoriales
que merecían apoyo, caso de la revista gaditana de referencia, con la que llegó
a mantener una colaboración muy interesante desde Puerto Rico: “Ahora, amigos
de Platero, voy a desquitarme de mi silencio de enfermo involuntario de dos
años. Les enviaré algo para cada número, inédito y revivido de todos mis
tiempos…”
De
otra parte, nuestro reencuentro con la citada publicación también invita a
reincidir sobre el exquisito magisterio ejercido por Juan Ramón Jiménez en los
aspectos relacionados con la tipografía, una aportación indiscutible, y ahí están
como ejemplos las ediciones de las que fue responsable, bien como director del
Servicio de Publicaciones de la
Residencia de Estudiantes, bien como diseñador de sus libros
y revistas literarias, una tarea la suya asimismo de vocación, al margen de la
comercialidad.
Y
no de manera azarosa esta dimensión menos conocida de Juan Ramón Jiménez,
recupera hoy su actualidad para este observador. Tampoco tal hecho se debe a la
vigencia de mayo, mes marcadamente juanramoniano. El motivo vino dado, esta
vez, por un nuevo libro, Julio Mariscal y
la revista Platero, de Paco Basallote, mediante el cual aquella poesía de Juan Ramón en Platero (Con
mi mitad allí, Todas las nubes arden, Romances revividos del tiempo de Platero
1903-5, Ciriaca Marmolejo, Paloma ofendida, Autocrítica, La palma seca, Un
amanecer con Cristo), se ofreció, según
habitualmente acostumbra, como relectura oportuna. A fin de cuentas, de rever
hablamos. De revistas literarias, con la capacidad de reposo y la
profundización que les son características. Y desde el amplio campo que para la
creación, reflexión, crítica, y memoria posibilitan. Siempre.
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