Tienen su gracia. Y en doble
sentido: corporal y espiritual. Niños y niñas, en edad infantil la mayoría,
perfectamente ataviados para la ocasión (traje típico andaluz), y prestos a
responder a las exigencias de la fiesta local (Cruces de Mayo), de la mejor
manera posible. Y créanme: lo hacen muy bien, con igual o más arte- dicen-, que
los adultos. Cosas de la fijeza aprendida, esto es, de la tradición. De
rituales asimilados desde temprano, la identidad personal y del grupo,
confirmadas. Proceso de enculturación natural. Inmediatez, necesidad y riqueza
(religiosa, artística, histórica y antropológica), que no admiten discusión,
porque es el propio andar en el vivir, con todas sus alternativas, lo que, en
esencia, traduce la referida celebración. Jubilosa siempre (no olvidemos que
son cruces de gloria, de resurrección). Plural también, según la multiplicidad de
colores, miradas y formas de “sentir pensando o de pensar sintiendo”, como
dijera Unamuno. Y bulliciosa, por tanta chiquillería en la carrera oficial y en
el templo. Doce calvarios de flores: Triana, San Sebastián, Pilar, Arenal,
Nueva, Misericordia, Fuente, Cuatro Esquinas, Larga, Pozo, Higueral y Rincón. Y
Bonares entero al pie de ellos. Cada uno de mayo eclosiona y se reviste como se
muestra. Día y pueblo, aquí; conjuntados y convencidos, además, del valor que
representa no lo que se posee, sino lo que se da, generosidad arraigada en
Bonares, rasgo reconocido de su santo y seña.
El
tiempo pone asimismo lo que conviene y corresponde (“En los alcores de mayo /
tiene Bonares clavadas / sus doce cruces de flores, / primavera de esperanza”),
época en la cual lo festivo es, a la vez, razón y consecuencia; momentos ahora
idóneos para la expresión de contenidas emociones, después de meses de frío y
lluvia; tras el equinoccio, acaso la luz que más realce produce. Y de modo
similar en lo grande y lo pequeño. O en lo lineal y lo circular, puesto que de
ciclos hablamos. Bonares pronto procuró a
responsabilizarse con los suyos. Y se nota. El milagro de sus Cruces de Mayo es
ejemplo claro.