martes, 27 de diciembre de 2011

El texto alado


Tan cercano el final del presente 2011 -¿será verdad que, pese a todo, ganará en bondad al que viene?- el texto de este artículo, según la posibilidad que ofrece siempre la escritura, ha decidido salir de su encuadre habitual y emprender el vuelo. ¿Hacia dónde, muy lejos…? ¡No!, conforme los brazos y abrazos del lugar en que se nace o se vive impiden, por lo regular, el distanciamiento, hijos de una misma tierra como somos y nos sentimos.
            Por lo tanto, y porque ni siquiera aquel, a quien la actual crisis económica y financiera hizo perder incluso su propio rostro, podría partir sin dejar rastro, la alada reflexión, que aireamos desde este  balcón de la contraportada, intentó cosa distinta a la de subir, si acaso, hasta la posición que suele ocupar su ángel de la guarda – no está hoy aquí, por cierto. ¿Habrá sido víctima de la incredulidad, de la falta de expectación, de su propio titubeo?
             Desde dicho espacio, en tiempos verdaderamente confusos y difíciles, procurar ver, respirar, concebir la vida a la manera todavía no aprendida de lo que se anuncia: un orden social nuevo, el cual (no hay que ser adivino para vislumbrarlo), entre tanto retocamiento y recortes, a lo peor también nos prohíbe realizar este pequeño vuelo común de ahora. O ante la necesidad de optimizar los recursos, impone tasa por consumo de unas lágrimas…¡Vaya usted a saber!
            Por todas las razones anteriores, el texto actual –digo-, ha decidido acceder a esta mediana perspectiva, deambular como un paseante solitario por las llanuras de su proximidad, situarse sobre la zona cero de lo acontecido. Lo requería el guion de los últimos días del año. La necesitaba el observador. Pero nunca para comprobar las dimensiones de la desolación provocada por tan dantesco panorama, sino para desabrochar el corsé de su palabra e hilvanar, si cabe, el más breve y esperanzado mensaje que jamás hubiera imaginado. Una llamada a la serenidad. La confianza en la ciencia del esfuerzo. Y el traspaso al amor de todas las competencias. Nada hay en él que no germine.   

martes, 20 de diciembre de 2011

Solsticio de invierno



            Qué preciso el temblor del verso, cuando deduce que “un año tiene muchos días, y tal vez más noches que días” Sobre todo ahora, a tiempo en el propio tiempo ese cíclico instante en el cual, desde el hemisferio norte (¡nos toca!), la posición del sol en el cielo se ve a la mayor distancia angular del ecuador terrestre, dando lugar al llamado solsticio de invierno, cuya consecuencia inmediata es el alargamiento máximo de las horas nocturnas y también el correspondiente acortamiento de las diurnas.     Ninguna cultura, antes y después, fue o será indiferente al hecho de referencia, siendo así que, aunque la desaparición del sol sobre el horizonte pueda relacionarse con la tristeza, el abatimiento, e incluso con la muerte, la humanidad siempre supo que, al final, el triunfo del citado astro (imagen heroica, ojo divino, principio activo, fuente de energía y de vida), resplandecerá como el oro, el metal en el que delegó su representación.
            Llegar, pues, al momento del solsticio de invierno se vincula necesariamente con la idea del resurgimiento de la luz, o sea, con la definitiva totalidad del hombre. De ahí que el cristianismo, aun sin conocer la fecha exacta del nacimiento de Jesucristo, considerara oportuno elegir el próximo 25 como portal idóneo para la celebración del mencionado acontecimiento. Tras esta determinación eclesiástica, la misma comunidad cristiana consolidó la época y el sentido de estas fiestas. Y desde entonces…
            Particularmente, este observador creció y vivió en medio de ese ambiente de “…diciembre ¡Invierno con cariño! ¡Nochebuena de los felices!”, que Juan Ramón Jiménez describiera en “Platero y yo”, su libro más popular. En los pueblos de Andalucía es lo común. Tal lectura o recuerdo, sin embargo, lleva asociado, hoy, un inevitable sentimiento de dolor. Y no por lo perdido -¡cuánto...!-, sino por lo buscado y no hallado. Algunas sílabas, si fuera posible. O el gráfico del futuro en un cuadrante  ajustado y justo, como es menester. Menos personas sin nada ni nadie, ateridas, indefensas… En conclusión, un solsticio distinto, sin ruidos. Occidente lo reclama. ¡Hace tanta falta!
               

lunes, 19 de diciembre de 2011

En malva

Quédate


Es el amanecer, luz  todavía 
en el dilema, sinvivir,
destino hacia no sabe qué humedad
o la negra belleza de tus alas.
Mas que fue libre voluntad
posarte en mis labios,
quédate,
asume esta corona del ensueño
tan labrada como advertida
en mi pobreza.
Fíjate que en tu ausencia
preparé el campo de mi casa
y ya no caben otros motivos
con que hacer más pura esta narración.
Quédate, digo,
quémame,
porque también la soledad
es materia inflamable,
 llega al más olvidado de los cuerpos.
                
              (De La fijeza aprendida).





martes, 13 de diciembre de 2011

Mis amigos pop modernos



            Anoche pudo la artista reunirlos -compromiso pactado hasta el treinta de diciembre-, bajo el titular que abre. Por primera vez. Y única, seguramente. En total, ciento dos amigos pop modernos de Bella Segovia, según la citada pintora quiso reconocer en las personas de su exposición lo uno en lo diverso de cada cual, conforme aquí es el arte, en sí y en sus diferentes facetas, el elemento vinculante, o mejor quizás, el guía que, con incuestionable autoridad,  pudiera dar las explicaciones requeridas por la muestra.
            De igual forma, a caballo entre los siglos  XX- XXI la vida de los retratados, y por presupuestos culturales compartidos, dicha época es factor también determinante. Pende asimismo entre las obras de “Mis amigos pop modernos” un autorretrato de la autora. Bella, como en el poema de J.R.J, lo ha “elevado a la categoría de su nombre.”
            Y todo, con todos, sobre el escenario de la Casa Colón, memoria o lección que debe ser siempre para una ciudadanía como la de Huelva, cuyo anhelo de modernidad justifica no olvidar nunca cuánto aportó y aporta el mencionado conjunto arquitectónico a la capital onubense. Ejemplo claro es el de ahora, cuando a la actualizada llamada pop-art de Bella Segovia, se sintieron atraídos representantes de España, Paraguay, Argentina, Costa Rica, Alemania, Italia y Finlandia, de acuerdo con la fresquísima historia de un edificio que proyecta la universalidad que guarda.
            Tan plural conjunto de cuadros colmando, en los órdenes que se prefiera,  las paredes de la sala Vázquez Díaz -¿de qué hablarán, por cierto, los retratados, ya  cerradas las puertas, tras el horario de visitas?; ¿qué harán durante tanto tiempo?-  exige, sin embargo, anteponer a su contemplación que “el poder del arte es el de la belleza divina al servicio de los seres sensibles de la tierra”. Así piensa Bella Segovia. Este fue el mensaje enviado a sus invitados. Y por el que vino a encontrarse la respuesta  que se observa. El mundo acaso esté solicitando aunar sus nombres. Tentar a la felicidad de nuevo. Pintarla, proclamarla. Con dos tonos –dice Bella Segovia- es suficiente. Ella lo ha logrado.    
             
                                                          

           

jueves, 8 de diciembre de 2011

En Las Ramblas de Barcelona

Sobre el puente

           Desde la Constitución a la Inmaculada, o sea, desde la tierra al cielo, según tal interpretación se acepte o no, de igual modo que acerca de este puente y de todos los demás caben también lecturas simbólicas muy distintas: espacio que liga lo sensible y lo suprasensible, aquello que media entre dos mundos separados, transición de un estado a otro….
            Mucho se ha vertido ya - ¡y lo que aún queda!- en torno al citado puente y siempre en relación con sus inconvenientes o beneficios. Así, a la vez que se critica su existencia porque pueda incidir de forma negativa en los valores de la productividad económica y de la responsabilidad social, se contemplan, por ejemplo, las ventajas derivadas del turismo (nacional, mayormente), cuyo incremento en estas fechas es  notorio.
            No hubo a la entrada del mismo ningún problema en los aeropuertos españoles, qué bien. Aunque duela, aparte, que en alguna comunidad autónoma, en provecho simple de la situación planteada, hayan pensado en el cierre parcial, durante el mencionado puente, de los hospitales públicos (supresión de las consultas externas y quirófanos), medidas encaminadas hacia un posible ahorro de euros.  
            Con todo, arriba y abajo, lo indiscutido es la seguridad del propio puente, más sólido acaso que su homónimo de Venecia (2008), de Calatrava. Cuenta la realidad, su golpeo actual en esta y aquella ribera y a la manera que lo hace. Nadie, sin embargo, siente que dicha estructura vaya a ceder ahora o nunca, convencimiento que invita, pues, a continuar cruzándola; razón por la cual tantos millones de personas la hayan  atravesado de nuevo para acceder a esos repartidos lugares de Dios. Y es que, se mire como se mire, los puentes son necesarios. Lo dice la canción: Cuando las circunstancias sean adversas / y no encuentres amigos/ como un puente sobre aguas turbulentas/ yo me desplegaré (Simón&Garfunkel). Lo dice el poema:”El dormir es como un puente/ que va del hoy al mañana./ Por debajo, como un sueño/ pasa el agua, pasa el alma” (Juan Ramón Jiménez). Lo dice la vida. Ella, sí, lo dice.